Fue una pésima broma sobre la condición física. Una broma, sí, pero que comienza a causar daño porque las palabras que hieren son violencia. El dolor de la humillación recibe como reacción otra forma de violencia, la física. Al final, la más importante vitrina del espectáculo, la de los Oscars, terminó siendo un escenario de bullying y violencia. El escándalo mediatizado no puede dejarnos indiferentes.
Un estudio conducido por investigadoras de la Universidad de Cuenca identificó en una población de Educación Básica que alrededor del 10% de sus estudiantes habían manifestado haber sido víctimas del acoso escolar o bullying. Es doloroso pensar que en una aula de 30 niños, al menos 3 de ellos son víctimas de acoso. Que alguien, quizá allí mismo, está, de manera reiterada, hiriendo sentimientos o lastimando físicamente a sus compañeros, ante el desconocimiento o peor aún la indiferencia de los que están alrededor, debería movilizarnos a la intervención y prevención.
El pasado jueves se presentó en Cuenca la campaña “No más bullying”, un espacio que promueve la conversación en los colegios a través de psicodramas y narraciones de testimonios convertidos en videos. Los colegios tienen la oportunidad de explicar, bajo contextos coyunturales como la bofetada de Will Smith, el sufrimiento de su esposa Jada, y la violencia verbal disfrazada de broma de mal gusto de Chris Rock, las consecuencias de la falta de empatía y respeto por el otro. Hoy son insultos y bofetadas, mañana serán suicidios y daños profundos a la salud mental. No queremos más bullying, hay que ser parte de la solución y actuar en consecuencia. (O)