Azuay y su capital, Cuenca, requieren, con urgencia, la presencia del Estado central con hechos y decisiones políticas concretas.
Hay dos extremos que, yendo en contravía, merecen juntarlos, dada la complejidad y repercusiones.
Nos referimos a la vialidad y a la crisis en la cárcel de Turi.
En el primer caso, debe reconocerse algunas inversiones del MTOP. Por ejemplo, para estabilizar el macrodeslizamiento en el kilómetro 49 de la vía Cuenca-Molleturo-El Empalme, entre otras de menor cuantía.
Empero, el sistema vial estatal tocó fondo. El duro invierno se encargó de llevarlo a ese punto. Las consecuencias están a la vista de todo el país.
Hay muertos, pueblos aislados, pérdidas económicas. Se viaja con temor, en otros casos se prefiere no hacerlo para evitar desgracias. Existen puentes colapsados. Se reactivan viejos derrumbes. Las fallas geológicas toman mayor fuerza.
La maleza, lodo y piedras cubren cunetas y atarjeas, demostrando falta de mantenimiento, por cuya razón el agua lluvia convierte en riachuelos las mesas viales. La señalización vertical y horizontal es nula. Las capas de asfalto se convierten en “piel de cocodrilo” y se levantan las placas de pavimento. Más claro, este panorama no puede ser descrito.
Llegó el momento, ahora sí, de planificar un nuevo trazado para la vía Cuenca-Girón- Pasaje. No vale desperdiciar dinero en su “rehabilitación”. La hecha hace semanas es un fracaso. No conviene seguir retando a las fallas geológicas. ¿Entendido?
Insistimos: el gobierno debe –lo exigimos- poner sus ojos en el sistema vial estatal del Azuay. Ya no va más. A planificar, a buscar concesiones; en fin, todo cuanto se necesario para sacarnos de esta pesadilla histórica y nefasta.
Sobre el segundo caso: trasladan a otra cárcel a “líderes” de bandas delictivas causantes de la masacre perpetrada el domingo. ¿Es esa la solución? ¿Lo es, simplemente declararla regional a la cárcel de Turi, a donde ingresan hasta fusiles y nadie lo sabe? Ese es otro “monstruo” en las entrañas de Cuenca. ¿Hasta cuándo?