Lima.- Con tono doctoral, críticas a su propia Policía y elogios a Adolf Hitler, el primer ministro peruano, Aníbal Torres, se ha convertido en el núcleo de las críticas en su país y, lejos de ser un muro de contención para proteger al presidente Pedro Castillo, ha contribuido a encerrarlo en un laberinto todavía más profundo.
Torres juró como presidente del gabinete ministerial el 8 de febrero, en sustitución de Héctor Valer, un político con denuncias de violencia machista que fue designado para el cargo, pero que no llegó a ejercerlo debido a la presión de la oposición y la opinión pública.
Abogado y profesor de derecho, el primer ministro llegó a su despacho con la misión de calmar la enésima crisis a la que se enfrentaba el presidente Castillo y que comenzó con el derrumbe del Consejo de Ministros que precedió al de Valer, presidido por Mirtha Vásquez.
Vásquez era una política moderada y respetada que ejercía una función apaciguadora. Por contra, Torres ha ejercido el despacho sin miedo a los choques dialécticos y, aparentemente, sin mucha voluntad de escuchar.
Su perfil político dista de ser el de un conciliador con una oposición que intenta desestabilizar al presidente desde que llegó al cargo. Tampoco ha mostrado ese perfil frente a los partidos que le apoyan y que poco a poco parecen ir deslizándose hacia el rechazo.
En sus largas intervenciones, ya sea en el Consejo de Ministros o frente a un público local, Torres habla con un tono que combina elementos de sacerdote, profesor universitario de la vieja escuela y líder sindical.
Parece olvidar que sus discursos son televisados y difundidos, lo que le provoca una falta de filtro que ya le ha jugado malas pasadas.
UN ELOGIO INDEBIDO
Este jueves, Torres y parte de su gabinete se desplazaron a la ciudad centro-andina de Huancayo para celebrar un Consejo de Ministros. Allí aseguró que Adolf Hitler convirtió a Alemania «en la primera potencia económica del mundo» al desarrollar las vías de comunicación y la infraestructura en su país.
«Italia, Alemania, eran igual que nosotros, pero en una oportunidad Adolfo Hitler visita el norte de Italia, y Mussolini le muestra una autopista construida desde Milán a Brescia. Hitler vio eso, fue a su país y lo llenó de autopistas, de aeropuertos, y convirtió a Alemania en la primera potencia económica del mundo», dijo Torres, miembro de un gabinete aupado por un partido marxista.
Estas declaraciones fueron recogidas enseguida y causaron revuelo e indignación de todos los sectores: las embajadas alemana e israelí en Perú mostraron su rechazo, fue acusado de repetir propaganda nazi y Perú amaneció este viernes con las portadas de diarios con caricaturas de Torres con el icónico bigote del dictador.
Y aunque sorprende, no es la primera referencia a Hitler que Torres enuncia en dos meses en el cargo.
Ya se refirió a él el pasado 18 de marzo al compararlo con el expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), luego de la decisión que tomó el Tribunal Constitucional de restituir el indulto que recibió al exgobernante en 2017, una decisión que fue frenada tras la posición en contra de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).
Esta semana, el ímpetu del primer miniestro causó otra polémica en el seno de su propio gabinete, cuando en una entrevista en la emisora colombiana Blu Radio criticó a la Policía de Perú, desplegada para evitar desmanes de quienes protestan contra el Gobierno.
«Nuestra Policía, hay que reconocer, no existe en el número suficiente. De otro lado, su preparación, también lo reconocemos, es deficiente», dijo en el contexto de las protestas que se tornaron violentas en Lima el pasado martes tras la proclama de un toque de queda.
Estas palabras no gustaron al ministro de Interior, Alfonso Chávarry, quien dijo: «No puedo permitir que ofendan a mi Policía, que hagan declaraciones ante un medio extranjero hablando mal».
UNA CORTA CARRERA POLÍTICA
Torres, de 79 años, emergió en mayo de 2021 como figura política durante la segunda vuelta de las elecciones de su vecino de la localidad norteña de Chota, Pedro Castillo, cuando empezó a ejercer como asesor legal de su candidatura y luchó contra los argumentos fujimoristas, sin pruebas fehacientes de por medio, de que los comicios habían sido un fraude.
El presidente le escogió primero como ministro de Justicia y Derechos Humanos, y, ya en esta posición, protagonizó episodios controvertidos, como cuando se refirió al respetado presidente del Banco Central de Reserva del Perú, Julio Velarde, como «gordito».
Tuvo también revuelo el tuit que publicó en diciembre en torno al primer intento de moción de vacancia (destitución) de Castillo por parte de la oposición que rezaba: «Los golpistas anhelan imponer un gobierno totalitario”.
Su presencia como primer ministro está siendo cuestionada en la crisis de paros de transportistas y agricultores y las protestas que se están extendiendo por el país desde hace más de una semana, que piden la renuncia del Gobierno y que ya se han cobrado la vida de seis personas, aunque, al menos cuatro de esas muertes no se han producido en disturbios.
Pese a este panorama, Torres mantiene su brava porfía y afirma que «el gabinete está muy sólido» y que «no está temblando por más criticas que haya».
Pero el papel que se espera del primer ministro de un Gobierno y un país en crisis, especialmente con una oposición sedienta de destituciones es, sin duda, otro, más dialogante, que enroque en un espacio de seguridad a un presidente con enemigos en el Congreso y entre las élites limeñas, que nunca ha aceptado su elección como jefe de Estado. EFE