Continúa la destrucción de nuestro entorno natural, ¡nuestro patrimonio natural!, como suelen llamarlo, con mucha convicción, a la hora de la demagogia, pero a la hora de las realizaciones no pasa nada y, nuestro patrimonio natural, en muchos casos, sigue su historia de indiferencia y ruina.
Como se atentó con el Camino del Inca en ese tramo visible y bien conservado en la subida a la portada del Pachamanca y con la misma meseta tan rica en biodiversidad, material arqueológico y bondades paisajísticas que, incluso, motivaron la idea de un Parque Ecológico y Arqueológico, pero no pasó de eso; después con el entorno de El Plateado, pese a las denuncias de quienes se preocupan por la conservación del patrimonio natural; ahora se denuncia riesgos de explotación minera en las faldas del Huahualzhumi, mirador natural del valle Cuenca-Azogues, ancestral motivo de historias, mitos y leyendas como la fabuloso ficción que le atribuye ser el escenario del Mito del Origen de la etnia Cañari, el de “las guacamayas con rostro de mujer”, y otros omnipresentes en el imaginario local; cerro que, con el Curitaqui y la laguna Quituiña, constituye un importante centro arqueológico y Santuario Andino de Altura. Además de estos valores culturales y paisajísticos, el cerro y su entorno tienen una profusa vegetación de especies nativas hábitat de una particular fauna autóctona, que le confieren identidad y contribuyen hacer de su entorno un sitio ideal para visitas culturales y recreativas, investigación, senderismo, avistamientos, y con más razón, cuando el turismo es un destino-ciudad.
Pensando en el futuro de la ciudad y sus parroquias, los gobiernos locales deben garantizar la integridad de sus recursos naturales ante el avance de la urbanización que requiere espacios verdes como pulmones urbanos, como fuente de agua y espacios de recreación, y más cuando valores arqueológicos, históricos y biodiversidad agregan identidad y fortaleza para su desarrollo, como es el caso del Guagualzhumi en la parroquia Paccha. (O)
