En el país recrudece la corrupción institucional involucrando a todas las funciones del Estado, partidos y movimientos políticos, causa agobio, inseguridad y desesperanza. Desde el Estado, sus instituciones y autoridades no se ven posibilidades de recuperación ética, mientras la violencia, la delincuencia organizada y mafiosa ganan terreno, corroen a la familia, centros educativos, actividades económicas, cárceles y redes sociales.
En estas circunstancias de incredulidad y hartazgo social, se avecinan las elecciones seccionales y la designación de órganos de control, con autoridades electorales prorrogadas y cuestionadas, mientras que las instituciones llamadas a dar seguridad están erosionadas y la justicia que estaba convaleciendo vuelve a ser manipulada por los grupos de poder económico y político.
En esta situación donde se perfila un Estado que sucumbe ante grupos económicos y políticos mafiosos, no queda otro camino que la reacción ciudadana autónoma, enérgica y radical, utilizando diversas formas de manifestación cívica y democrática, se exija al Presidente de la República, asambleístas, jueces, fiscales, fuerza pública y más autoridades y servidores públicos, se sometan a la Constitución y al ordenamiento jurídico y sobre todo recobren la moral y la ética pública en el cumplimiento de sus deberes.
El Ejecutivo debe alejarse de políticas extremistas neoliberales que benefician a élites económicas y la asamblea legislar para fortalecer la producción mas no la especulación financiera y dar seguridad a los derechos; los jueces, fiscales y la Corte Constitucional deberían acelerar los procesos, en tanto que la fuerza pública depurarse y las instituciones públicas administrar con el debido proceso, celeridad y honradez para agilizar los trámites y servicios.
La comunicación e información debe hacerse con objetividad, contrastación, mayor conocimiento, ética y velando por los derechos, las Universidades contribuir más a esclarecer los problemas y soluciones, en tanto que los ciudadanos apropiarse de la opinión, la deliberación y participación. En esta coyuntura no sirven consultas mañosas o muertes cruzadas. Es la hora de los colectivos, movimientos sociales y los medios de comunicación honestos para encausar al país. (O)