Qué bueno celebrar el Día Internacional del Libro, nacido como una forma de incentivar la lectura, fomentar la industria editorial y proteger el derecho de autor, como se recuerda mundialmente cada año el 23 de abril y que, en esta ocasión, en nuestra ciudad celebramos especialmente asociada a eventos puntuales que robustecieron la conmemoración involucrando a diferentes instituciones y sectores.
Aciagos tiempos de descomposición social derivados de un sistema que da la espalda a la educación pese a ser un pilar fundamental del progreso de los pueblos y el libro y la lectura esencial de todo proceso educativo que se precie de calidad. Tiempos de encarecimiento editorial que hace difícil a los autores nacionales publicar sus libros; de escasez y elevados costos que hacen del libro un artículo de lujo casi inalcanzable para los lectores que si tienen a su alcance, y con todas las facilidades, una excelente tecnología digital que absorbe y limita los procesos de comunicación robotizando la conducta social, postergando el libro y la edificante costumbre de leer. En este contexto la celebración del Día del Libro tiene un significado especial en la medida en que se convierta en el punto de partida de un sistemático proceso de producción y difusión del libro, de promoción y acompañamiento de la lectura, incluidos libro y lectura digital, que cada vez involucra más personas e instituciones.
Y qué mejor manera de celebrar el Día del Libro recordando a nuestros escritores y muy especialmente a quien fue parte cardinal del quehacer cultural de la ciudad en los últimos años y se nos adelantó, el gran Eliecer Cárdenas Espinoza, cuya presencia será cada vez más cercana en la medida que lo leamos y más gente lo lea y los niños y adolescentes en sus hogares, escuelas y colegios conozcan, lean y disfruten de sus obras y personajes, tarea que debe ser un compromiso, porque más allá de esta celebración universal, el libro y la lectura deben caracterizar un nuevo estilo de vida. (O)
