A ese largo y tortuoso listado de desmanes, es preciso agregar los de los delincuentes comunes –me refiero a los que no tienen “palancas de alto vuelo” y salen de un día para otro- cuya excarcelación obedecería al “aceite”: el que todo lo puede, incluso hacer de lo negro blanco y viceversa y, convertir a Glas en persona honesta, sin viceversa, porque ahora estaría inmaculado. Esta crisis, sumada a la de la Asamblea, el desempleo, la inseguridad y todo lo demás, nos lleva a la conclusión de que hemos tocado un fondo del que será difícil, muy difícil salir.
Para evitar los abusos en la concesión de los habeas corpus, es imperativo que la norma legal que lo regula sea sustituida –previa la correspondiente enmienda- por una que disponga algo del siguiente tenor: El habeas corpus procederá únicamente en los casos en que una persona se crea ilegalmente privada de su libertad. En adición y, para ponerle un candado legal, debería agregarse: La decisión del juez de primera instancia deberá ser confirmada o reformada por la sala de la respectiva Corte Provincial.
Y este último inciso: De existir peligro contra la vida o la integridad física de los reclusos, el Juez a quo, previos los informes técnico médicos, aunque haya sentencia o sentencias pendientes de ejecución, dispondrá su traslado a una que garantice su seguridad. Hasta aquí el texto. Permítanme terminar con un punto final enorme. Inalcanzable. (O)