Cuando los hechos muestran lo obvio no hay mucho que explicar. Cuando lo obvio se impone ya no tiene sentido mayor análisis sobre aquello, sino sobre lo que queda, o mejor dicho, respecto a lo último que queda.
Así, al institucionalizarse el Estado y conformarse la república como tal, se pretende abandonar la dinámica de oscuridad en el manejo de lo común y que se logre entonces instaurar un sistema de fiscalización y control. Caso contrario, seguiríamos con gobernantes que abusaron del erario como Julio César Augusto Germánico, Juan I de Inglaterra, Iván IV de Moscú o Leopoldo II de Bélgica.
El ex contralor Calos Polit fue el titular del órgano estatal más importante en la comprensión de una forma de gobierno republicana: la Contraloría General del Estado. Es decir, de la institución encargada de cuidar a milímetro los recursos públicos y su uso; consecuentemente, de vigilar y dar vida a la existencia de responsabilidades en los gobernantes del país. Para que no saqueen, para que no se lleven los recursos de esfuerzo de los ecuatorianos, para que administren con ética y apego a la legalidad.
Pero resulta que los ratoncitos a veces se quedan junto al queso. O al menos, ya no hay duda que aquello sucedió. De hecho, son 14 millones tan fáciles y sin empacho los que ha ofrecido como fianza para creerse honesto. Para creerse transparente y colaborador con la justicia.
Tamaña burla con el país. Pero aun así los ecuatorianos -una vez más- muestran su corazón solidario que llega al extremo de pagar las fianzas de los que se llevaron el dinero del esfuerzo de una población que ya no cree ni siquiera en el futuro del Estado. ¿Por qué? Porque 14 millones de dólares permite entender cuánto costó la corrupción del país, las glosas y desvanecimiento de aquellas; es decir el aún “buen negocio” de lo sucio para unos cuantos que tienen nombre y apellido. (O)