Mi amigo, el economista Carlos Crespo Seminario, me pasó una hermosa foto en la cumbre del cerro Avilahuayco de 4.185 mts. de altura y hace como un mes envió la foto en la cumbre del cerro Paragüillas de 4.450 mts. Carlos es un ejemplo, quien, a su edad, se ha dedicado a caminar por las montañas en búsqueda de la naturaleza, de su belleza y de la paz espiritual. Le aconsejo ir a las lagunas Las Pampeadas, colmadas de magia y encanto; a Patul, pequeño caserío lleno de belleza y hermosura; y, también que visite el deslumbrante Manglar de Churute.
El cerro de Avilahuayco se encuentra en el Parque Nacional Cajas; se llega por la vía que conduce a Tres Cruces y, desde el asfalto hasta la cumbre, hay 6.3 Km. por lo que a paso lento toma alrededor de dos horas, ya que cerca de su cumbre se encuentran dos pequeñas paredes que hay que vencerlas, excelente para el senderismo y la escalada. Se encuentra a una temperatura media de 10°C. El Avilahuayco fue un cerro sagrado para los incas ya que siempre, sobre su cumbre, se oculta el sol y se lo puede ver con su esplendor desde Pumapungo. Pero igual para los moradores de esos lugares, sigue siendo sagrado.
El investigador, Hernán Loyola, en su libro “Geografía sagrada: arqueoastronomía de Pumapungo-Guapondelig”, habla de la importancia de este cerro; dice que desde Pumapungo en el valle de Tumipamba se puede observar los principales cekes o líneas andinas de origen astral mítico; se podía observar el camino diario de los astros, del sol y la luna “como se levantan, ascienden, coronan y descienden para luego descansar en el mundo invisible”. De manera matemática, el Avilahuayco muestra cómo el padre sol y la madre luna se despiden por ese mismo lugar todos los días. Sin duda Carlos habrá experimentado la enorme energía que se encuentra allí acumulada. ¡Felicitaciones! (O)