Dori Guamán se convirtió en mamá de José Daniel cuando tenía 36 años y de Javier Andrés cuando tenía 42. Anita Calle tiene dos hijos: José Daniel de 25 años y Joffre Benjamín de dos años y un mes; al último lo concibió a sus 46 años.
Ambas comparten historias de haber vivido embarazos después de los 42 años con partos sin complicaciones e hijos saludables; sin embargo, los riesgos de embarazos después de esa edad están presentes.
Así lo explica Miriam Albán, ginecóloga obstétrica, quien menciona que de cada 700 mujeres que se embarazan entre los 42 y 45 años, una podría tener un hijo con Síndrome de Down; y de cada 350 mujeres que tienen embarazos entre 45 a 46 años, una podría tener un hijo con este síndrome.
Estas maternidades tardías están relacionadas con varias situaciones que van desde decisiones personales, el desarrollo personal o profesional de la mujer, por la planificación de las parejas, por problemas de salud o por creer que pasados los 42 años o más se reduce la fertilidad o la posibilidad de un embarazo.
De acuerdo al registro de nacimiento por edad de las madres, del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en 2020 un total de 1.251 mujeres de 42 años dieron a luz; 756 tenían 42 años, 397 tenían 44 años; 213 tenían 45 años y 17 más de 50 años.
Los embarazos llegaron después de los 35 años
Dori Guamán dice que no tuvo bebés a temprana edad, cuando se casó, porque no podía. Hizo algunos tratamientos que fueron fallidos y cuando aceptó que no podía tener hijos, se embarazó.
Asegura que su primer hijo, José Daniel, “llegó por obra y gracia de Dios” a los 36 años. “Fue un embarazo placentero, sin achaques”, recuerda con emoción.
Pasaron cinco años y convencida de que no podía tener más hijo, la vida le sorprendió con un nuevo embarazo. Tuvo a su segundo hijo a los 42 años.
Recuerda que los mitos y miedos le invadieron a ella y a su pareja, pero aceptaron que si detectaban con algún problema de salud no iban a cambiar la decisión de tenerlo. Hoy Javier Andrés tiene 5 años y junto a su hermano mayor comparten una niñez plena.
“Mis hijos son una bendición porque llegaron en un momento donde estábamos muy maduros como pareja”, menciona la educadora especial y preescolar, quien decidió hacer una pausa a su trabajo para vivir la crianza de sus hijos.
“Cada uno vive los mismos procesos de crianza, desde las malas noches, el acompañamiento en la escolaridad. Se debe ser respetuosos de las diferentes etapas de la vida”.
Anita vive su maternidad como la primera vez
Anita Calle hace dos semanas volvió a trabajar tras dos años de haberse dedicado a tiempo completo a la crianza de su hijo Joffre Benjamín Jaramillo, a quien lo tuvo a sus 46 años.
Contrario a Dori, ella vivió un embarazo de alto riesgo.
Su médico le advirtió que eso pasaría. Amistades le recomendaron hacer un aborto terapéutico por los riesgos que implicaban un embarazo a su edad, pero su fe y la de su esposo Jofre Jaramillo le motivaron seguir adelante.
“Somos creyentes católicos y decidimos tener al bebé. Lo amamos. Era un amor fuerte”.
Anita Calle, mamá de Joffre Jaramillo
Las dificultades de salud impedían que pueda trabajar de manera regular. Tuvo sangrados, temió perder el bebé; tuvo caídas con su barriga grande, una ola en un paseo en la playa le golpeó y su bebé siempre estuvo bien; además, vivió su embarazo en medio de la pandemia del coronavirus.
Anita recuerda cada detalle del día de su parto: el sentimiento de soledad por la pandemia, los nervios, temores, hasta la fortaleza por sentirse acompañada por el personal médico que le animó en el proceso. “La enfermera me tomó la mano para tranquilizarme y mi mano siempre agarrada de mi Divino Niño que me estaba cuidando”.
Cuando pusieron a su hijo en su regazo vio que era un niño completo y dijo: “¡wao! ¡Es hermoso!”.
Para Anita el apoyo de su esposo Jofre Jaramillo Montenegro ha sido clave. “Sin él no hubiese podido pasar este embarazo de alto riesgo”.
La maternidad enfrenta cambios en la mentalidad
La ginecóloga-obstetra, Miriam Albán, dice que se debe entender las maternidades tardías como un cambio en la mentalidad de la mujer y de la sociedad por hechos vinculados a vivencias históricas, cambios en los paradigmas y el desarrollo de la mente femenina, “la ciencia va de la mano con el desarrollo de las sociedades”.
El desarrollo de la ciencia, apegado a estas realidades, permite como alternativa la preservación de óvulos jóvenes para quienes deciden tener una maternidad tardía por educación, viajes, la forma de relacionarse con sus parejas o para quienes son parte de esta cultura ‘No Mom’, de quienes ven a la maternidad como una opción real mientras cumplen otros roles o no quieren serlo.
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Preservación de óvulos jóvenes, una alternativa para disminuir riesgos
Albán explica que las mujeres tienen alrededor de 250.000 células basales, llamadas ovogonias, que en cada ciclo menstrual se van consumiendo.
A los 20 años las células son jóvenes, no hay deterioro y se puede tener hijos saludables.
Cuando existen métodos de planificación con anticonceptivos el ovario se pone en pausa y las ovogonias también. Esto permite que se tenga una reserva para un mayor periodo de tiempo.
La herramienta ginecológica llamada ‘criopreservación de óvulos’ permite desarrollos obstétricos con embarazos posteriores para quienes retardan su embarazo.
El procedimiento se basa en exámenes hormonales, ecografías, seguimiento de folículos que se producen en el ovario en el ciclo menstrual, que crecen y que contienen en su interior un líquido que se revienta y produce la ovulación; se extraen los óvulos para guardarlos en bancos que pueden preservarse por largo tiempo.
La doctora explica que en cada ovulación se produce un óvulo, pero los procedimientos médicos permiten que se produzcan muchos más.
Cuando la mujer decide ocuparlos a una edad mayor se realiza una fertilización in vitro con el uso de óvulo joven.
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Eso ha marcado un antes y un después en la maternidad desde hace 30 años, haciendo que la mujer tenga un rol protagónico sobre la decisión sobre su cuerpo como consecuencia de todas las luchas que vienen del feminismo y la culturización de su forma de vida personal y la concientización de lo que significa la crianza de un hijo.
Explica que estudios y estadísticas demuestran que, en un embarazo después de los 42 años, no solo está vinculado al Síndrome de Down, sino que hay más riesgos como aborto espontáneo, parto prematuro, diabetes gestacional, niños de bajo peso al nacer, malformaciones como trisomías defecto de tubo neural, hidrocefalia, malformaciones gástricas.
En estos 25 años de carrera profesional ha tenido pacientes de 38, 46, 48 y hasta de 52 con hijos completamente saludables y otros de 32 o 37 años que han tenido embarazos cuyos hijos han nacido con este síndrome.
Preservar la fertilidad
¿Por qué si una mujer tuvo un hijo después de los 42 años puede ser parte de esos 349 partos exitosos? Albán recuerda que la anticoncepción no produce ovulación y la carga ovárica se mantiene más prolongada en el tiempo.
Además, las mujeres tienen estilos de vida con consumo de vitamina D y omega 3 que favorece la función hormonal, una alimentación saludable, actividad física, meditación, respiración y otras que hacen esté en condición emocional y afectiva equilibrada que ayuda a su función hormonal.
Dori vivió una etapa de preocupación y estrés cuando buscaba tener a su primer hijo y no lo conseguía. “Hay que dejar que las energías fluyan y los hijos llegan en el momento que deben ser”, dijo convencida.
“Mantenerse en un estado de equilibrio emocional y psico-afectivo, con controles médicos, contribuye a mantener una juventud hormonal”.
Miriam Albán, ginecóloga
Entonces, ¿se puede embarazar después de los 42 años?
La ginecóloga asevera que, si se hace exámenes adecuados, pruebas genéticas, valoraciones, recibe consejería obstétrica la mujer se puede embarazar. O si toma la decisión a pesar de entender que hay riesgos y toman el rol de cuidado junto a su pareja, está bien.
“Embarácese conscientemente. Tome una decisión correcta”.
Recalca que la edad ideal para tener un embarazo es de 23 a los 33 años “que es el tiempo ideal para educar con entendimiento”.
Los riesgos en las gestantes
También habló de las enfermedades obstétricas como preclampsia y eclampsia por embarazos tempranos o tardíos y que son a causa del embarazo.
“No solo es la salud fetal. La salud maternal también hay que preservar”, dice la profesional, quien indica que hay más problemas como implantación de la placenta con riesgos de placenta previa, roturas uterinas, hemorragias y otras enfermedades.
Además, existen enfermedades como diabetes, tiroides, hipertensión, tumores, lupus y otras que se producen en el lapso de la vida y que complican el embarazo.
Maternidades iguales a cualquier edad
Dori cree que ser madre a los 18, 20, 30, 40 o 45 años será la misma emoción, tendrá la misma expectativa, compartirán los mismos miedos propios del embarazo, el nacimiento y el de enfrentarse al mundo desconocido que quedará para los hijos.
Mientras está en esta pausa laboral sigue disfrutando de la niñez de José Daniel y Javier Andrés.
Anita por su parte dice que se siente feliz de volver a las oficinas de este medio de comunicación, EL MERCURIO, tras su pausa profesional por su maternidad, una pausa pensada, decidida y acordada.
“La mujer tiene que pensar en una misma. Sí se puede ser madre a mayor edad, sí puedes hacer tu vida” comenta emociona en la redacción donde se escribe esta noticia.
Hoy combina su tiempo entre el trabajo y el tiempo junto a Joffre Benjamín y su hijo mayor, José Daniel Bacacela.