Los ecuatorianos Karl Egloff y Nicolás Miranda cumplieron el sueño de hacer cumbre en el Makalu, la quinta montaña más alta del planeta (8.463 ms.n.m.), en un ascenso rápido y sin oxígeno suplementario.
“Lo más duro que hemos hecho en nuestras vidas, sin duda sin oxígeno a esa altura es extenuante y cada paso es eterno. Pero sin duda de las experiencias más profundas y emotivas que hemos tenido. Bajamos inmediatamente de regreso a campo base avanzado agotados, destruidos, pero felices”, apuntó Egloff en sus redes sociales.
La ascensión desde el campo base avanzado (5.700m) inició a las 21:15 del domingo 8 de mayo. Después de 17 horas y 18 minutos se plantaron en la cima.
“Hay un registro de ascenso desde campo base avanzado de Marc Betrad (FR, 1988) de 18 horas. Con esto imponemos un nuevo récord junto a Nico en nuestro primer 8mil. Esto va para nuestras familias por su soporte incondicional”.
En diálogo con Desnivel.com, Egloff dijo que “la clave en estas ascensiones de velocidad es llegar a ochomil metros con un buen tiempo, porque sabes que a partir de esa altura no vas a poder moverte muy rápido y va a ser contraproducente para tu organismo, para tu cerebro. La progresión hasta entonces son 300 metros de desnivel por hora, luego vas bajando, vas bajando, hasta llegar a los 8.000 metros casi a 100 o 120 metros por hora, incluso a ratos vas a menos porque tienes que cuidar tu cuerpo y vas al límite totalmente”.
El ultrarunner contó que después de los 8.000 metros “a cada paso que das sientes un martillo en la cabeza y te das cuenta de que es muy difícil progresar, es muy duro moverte a esa altura”. Elegir el equipaje adecuado fue fundamental.
“Decidimos no ir con el traje de plumas, lo que fue acertado para poder moverse más ágilmente, por más que corras el riesgo del frío. Por lo demás fuimos muy conservadores. Llevamos tres litros de agua cada uno, comida para unas 12 o 13 horas, algunos pares de guantes, capas, gorros, algunas cosas de recambio, gafas y muchas otras cosas que es importante llevar”.
Después de un descenso sufrido, llegaron al campo base en 25 horas y 48 minutos. “Lo único que no calculamos es el agotamiento indescriptible que tuvimos al bajar. Era muy difícil avanzar, teníamos que sentarnos a tomar aire por la falta de oxígeno. A veces vomitábamos. El cansancio, el agotamiento a esa altura es increíblemente duro. Habría llevado comida específica para mantener un estómago estable, fuera de eso veo que hicimos bien las cosas”.