Pese al aislamiento de la pandemia y otras desgracias, he podido trabajar con distintos centros educativos, generalmente por zoom, y eventualmente de forma presencial.
Fue el caso del Colegio Sudamericano, que se ubica en Ricaurte, y con el que había laborado ya hace un par de años, antes de la crisis, y hace uno, en forma virtual.
En esta ocasión fui, y participé en dos actos que vale la pena reseñar.
Un inmenso coliseo lleno de niños y jóvenes, algunos de la entidad y otros muchos, invitados, acogió la Casa Abierta de la Institución, una feria múltiple, de ciencias, cuestiones sociales y literatura, regentada totalmente por alumnos.
Llegué y me pusieron en la mesa una serie de publicaciones: me fijé y eran los primeros libros de discípulos del colegio. Por la edad, pienso que eran chicos de quinto o sexto grado. José Parra, un chico muy vivaz y comunicativo me regaló su libro. Lo leí con afecto y me gustó, más allá de pequeños defectos formales: narra la aventura de un fin de semana en El Pan, con todas las pequeñas vicisitudes que significa para la gente de ciudad el enfrentar el campo. Es encantadora la forma cómo el narrador enfoca la contemplación de unas luces en el cielo y el diálogo con los padres sobre estos presuntos ovnis.
Asimismo, la presencia de un gran animal, en las sombras nocturnas.
El paseo entero, con sus mínimos detalles: comidas, cosecha de frutas varias, entre silvestres y cultivadas, competencias, carreras, uso de un cuadrón, pequeña escalada de una loma de 15 metros, encuentro de diversos insectos, adquieren un tono épico en la narración del protagonista, José, a quien su primo llama Daniel.
Que una entidad apoye la publicación de más de 80 libros de sus jóvenes alumnos, aunque esta sea costeada por su familia, me parece admirable, excepcional, y lo destaco desde estas líneas.
La segunda actividad fue un diálogo con maestros que guían la escritura de los muchachos y con niños inquietos por escribir y conocer sus mecanismos.
Muy enriquecedor para el que habla y para quienes escuchan.
Algunos, verdaderamente ansiosos de compartir conocimientos, otros indiferentes, sin faltar el que todo lo sabe, y ante el que sientes que has perdido el tiempo.
En fin, una aventura como para dejar un breve y afectuoso testimonio. (O)