En la década tanto perdida como corrupta de la falsa “revolución ciudadana”, la audacia y el cinismo pudieron más que la dignidad y la ética, supremos valores humanos, que generalmente no se observan en la práctica política, en especial en los países mal desarrollados que viven bajo las sombras del populismo y de los falsos profetas de la política.
En relación a la liberación de un importante símbolo de la corrupción correísta como es el ex Vicepresidente Glas, la justificación dada por el ejecutivo, es que, por respeto a la justicia, se permitió la salida del sentenciado. Cuando justamente es lo contrario, por respeto al Estado de Derecho, no se debió permitir jamás aquella grave e injusta liberación.
Según reconocidos y valiosos juristas, el Hábeas Corpus, interpuesto, adolececió de serios cuestionamientos jurídicos de forma y fondo, con mayor motivo por tratarse del segundo o tercer intento del sentenciado; y, por ser un tema político relevante, en un momento sensible en el que no cabe privilegio alguno, peor para alguien que vive cubierto con el lúgubre manto de la corrupción y del analfabetismo ético y moral.
Como en una película macabra, el sentenciado no escapó de la cárcel, sino que salió libre, cual héroe, por la puerta principal a plena luz del día, con inusitada prontitud, confianza y sin necesidad de romper aldabas, siendo recibido con aplausos y sonrisas por los analfabetos políticos y otros roedores…. Con aquello el correísmo va tomando impulso, y una aureola de incertidumbre comienza a cubrir al territorio nacional.
De existir un acuerdo implícito o explícito del actual gobierno con el correísmo, el ejecutivo tendría su alma en prenda; encarcelado por los liberados, ya que éstos seguro le exigirán cada vez más, volviéndose huérfano y rehén… ciega decisión inmediatista, de ser cierta, potenciaría su debilitamiento y soledad política; y el infortunado retorno del socialismo del siglo XXI que tanto daño social, político, económico nos ha causado.
El Estado debe depurarse y esterilizarse, mediante un baño garrapaticida, comenzando por la Asamblea y el poder judicial, cuya actual estructura se ha demostrado proclive a la ilegalidad y a la trampa.
Para poder funcionar en un sistema de derecho, son necesarias cualidades morales, incompatibles con el insulto, la corrupción y la manipulación de la justicia.
La triste realidad es que, hoy vivimos en un país arrasado por el saqueo económico y moral. (O)