COLUMNISTA

El informe presidencial

En general el discurso de quienes ejercen el poder político suele estar plasmado de verdades, pero también de falsedades. Los gobernantes siempre afirman que su gestión está llena de aciertos, beneficios y bondades; aunque, en la realidad, la gente sienta que sus problemas fundamentales no sólo que no se resuelven, sino que incluso empeoran. En este contexto el discurso del Presidente Lasso, en el “Informe” de su primer año de gestión, no fue la excepción.

Fue un discurso que, en una primera parte, se refirió precisamente a lo que, desde su perspectiva, serían sus logros y éxitos de su gestión. Ciertamente su mayor logro fue el plan de vacunación, y aunque el Presidente insistió en que su otro mayor logro fue haber reducido el déficit fiscal, no reparó en que para esto último hubo que sacrificar los recursos económicos para mantener adecuadamente servicios públicos básicos como los hospitales, los centros educativos fiscales, el registro civil, el mantenimiento vial, etc. ; amén de haber reducido significativamente la inversión pública, hasta el punto en que de lo presupuestado para esta en 2022 apenas se habría invertido un 3,7% en el primer trimestre. También habló de la creación de cientos de miles de empleos, especialmente para los jóvenes, a pesar de que los registres del IESS informan de 78.000 nuevos asegurados, buena parte de ellos por afiliación voluntaria. Y al referirse al tema de la inseguridad habló de que su política está siendo exitosa, y de que su Gobierno ha creado el “mejor sistema de rehabilitación social” que ha tenido el país, etc. etc.

La otra parte de su discurso ya no fue precisamente un informe de labores, sino más bien en conjunto de proclamas similares a las que realizó en campaña electoral; además de volver hacer un conjunto de promesas y ofertas para los próximos años de su gestión. El problema, empero, sería la duda de la población sobre el cumplimiento de esas ofertas, pues la credibilidad de la palabra presidencial ha sufrido una desvalorización creciente.

Justamente por esa duda habría que ver hasta donde puede concretarse su llamado a buscar acuerdos y consensos con sectores de la oposición; un llamado que, en un tono conciliador, asomaría como el aspecto más rescatable de su discurso. (O)

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