El 5 de julio de 1687 se publicó la gran obra del científico británico y docente de la Universidad de Cambridge Isaac Newton(1642-1727) “Principios matemáticos de la filosofía natural”, dando un vuelco a la historia de la ciencia, al conocerse sus hallazgos en el campo de la mecánica y el cálculo matemático. Se describe por primera vez las tres leyes del movimiento.
Julio César Verdugo Cabrera obtuvo su título de ingeniero civil en junio de 1965, recibiendo el premio “Benigno Malo” como mejor egresado en la UCuenca, demostrando una destreza única para la física y matemáticas. Su formación se complementó en Bogotá-Colombia y en Montevideo-Uruguay. Sin embargo su pasantía en la Universidad de Cambridge-Inglaterra resultó fundamental pudiendo constatar la necesidad de prepararles a los jóvenes de la región con sólidos conocimientos de física y análisis matemático lo cual les permitiría entender todos los inventos tecnológicos: electricidad, motores, luz, sonido, ondas..
En esta visita observó la importancia de contar con laboratorios de física, por lo que implementó primero en ingeniería y luego en otras facultades para que los estudiantes comprendan de mejor forma los aspectos teóricos y como aplicarlos, promoviendo actitudes científicas en ellos.
Pero “nadie es profeta en su propia tierra” y el maestro impartió más asignaturas en la Escuela de Ingeniería Eléctrica, coordinó la Planificación de la UCuenca, director de planificación en la EERCS, asesor de la alcaldía y concejal de Cuenca.
Es el rector de la Universidad Politécnica Salesiana UPS, Padre Luciano Bellini quien al conocer del extraordinario talento en planificación educativa lo incorpora como vicerrector desde el año 1994 y continúa laborando a sus ochenta años, siendo el artífice en la creación de las carreras de ingeniería mecánica, eléctrica, electrónica y automotriz, mismas que se replicaron a renglón seguido en Quito y Guayaquil.
Sin duda se trata de un seguidor de Newton. El docente con mayor dominio de la física y matemáticas en todo el país, pero sobre todo reconocemos su calidad humana, su compromiso a tiempo completo con la educación, con la juventud, con el país entero. ¡A todo Señor todo honor! (O)
