El gran tiburón blanco compitió por las presas con el gigantesco megalodón, que poblaba los océanos hasta hace 3,6 millones de años y podía alcanzar 20 metros de longitud, y pudo contribuir a su extinción, según concluye un estudio publicado hoy por la revista «Nature Communications».
El análisis de los isótopos de zinc presentes en dientes fosilizados ofrece a los científicos una nueva ventana hacia el pasado y les permite investigar la dieta y la posición en la cadena trófica de animales que se extinguieron hace millones de años.
Con ese nuevo método, investigadores de centros alemanes y estadounidenses han detectado una superposición en el tipo de alimentación entre los tiburones que vivían frente a la actual Carolina del Norte (EE.UU.) en el Plioceno temprano -entre 5,3 y 3,6 millones de años atrás- y el megalodón.
El Otodus megalodón, que habitaba los mares de todo el planeta desde hacía 23 millones de años, tenía un tamaño mucho mayor que los antepasados de los actuales tiburones blancos.
Se han propuesto hasta ahora diversos factores para explicar su gigantismo y su extinción, entre ellos la dieta y la competición por los alimentos.
«Estos resultados posiblemente implican que hubo al menos cierta superposición en las presas que cazaban ambas especies de tiburones», señaló en un comunicado Kenshu Shimada, investigador de la Universidad DePaul, en Estados Unidos.
El análisis de los niveles de isótopos estables de zinc en el esmalte dental, la parte más mineralizada de la dentadura, ofrece resultados similares a otra técnica más establecida, que estudia los isótopos de nitrógeno en el colágeno de los dientes.
Sin embargo, el colágeno no se preserva el tiempo suficiente para que sea posible analizar su contenido en fósiles de hace millones de años.
El trabajo publicado ahora «demuestra por primera vez que las firmas del isótopo de zinc relacionadas con la dieta se preservan en la corona de esmalte mineralizado de dientes fosilizados de tiburón», indica Thomas Tutken, profesor en el Instituto de Geociencias de la universidad alemana Johannes Gutenberg.
«Nuestra investigación ilustra que es posible utilizar isótopos de zinc para investigar la dieta y la ecología trófica de animales extintos hace millones de años, un método que se puede aplicar a otros grupos de animales fosilizados, incluidos nuestros ancestros», afirmó Jeremy McCormack, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania). EFE