En las primeras horas de la madrugada de ayer, una fuerte explosión conmovió a vecinos de Challuabamba y alrededores de la estación de servicio, producto de un estudiado y bien desarrollado plan para robar un cajero automático -como ya va siendo costumbre en el país- que han proliferado justamente por inseguridad y temor que los usuarios sienten de ir a sucursales bancarias donde pueden ser más fácilmente asaltados. Los delincuentes tienen PHD en la U de la delincuencia, pues contemplaron en su elaborado plan, el talar y cruzar un gran árbol en la carretera, minutos antes, para obstaculizar el paso de la policía y poder huir tranquilamente, usando explosivos muy bien manejados y especiales que cumplan con la agresión de saltar en pedazos el cajero, sin producir fuego y de esta manera evitar quemar billetes. Ya se cuentan más de una docena de coches bomba detonados frente a entidades claves de policía y justicia con propósito de amedrentamiento y dejar evidentes lecturas de advertencia para evitar ser perseguidos, pues tan solo pintar un muro donde están los códigos mafiosos es suficiente afrenta para ellos que amenazan respondiendo con un estallido en seguida. Estamos envueltos en un terrorismo similar al de Colombia, años atrás, alimentado por narco organizaciones internacionales, que fueron enraizadas por los que ya sabemos, que les proporcionaron toda libertad e incluso se asociaron para lograr réditos económicos y políticos. El presidente, en Parcayacu en el cambio de mando de la cúpula militar lo reconoce y ofrece, cosa difícil, sí, pero no imposible, erradicar el narcotráfico y el crimen organizado y su flamante ministro de defensa lo secunda y promete mano dura en contra de este mal monstruoso. Pienso que todo está abonado por el negocio de las drogas, viniendo luego todo por añadidura: descomposición social, cárceles, justicia venal, energía, minería, petróleo, corrupción en ejército, policía y entidades de gobierno, que son limo fácil para el cultivo de este millonario delito trasnacional, sin embargo, todos, desde nuestros diferentes puestos ciudadanos, debemos contribuir para lograr erradicar este mal tan oprobioso. Dice Lasso, convocaré los 200 y más alcaldes del país, para que tomen su responsabilidad y nosotros, como ciudadanos, tratemos de ayudar en lo posible con el inocultable miedo que significa estar en la potencial mira de esta gente sin escrúpulos y falta de la mínima piedad, cuya única respuesta es sicariato, balazo y explosión. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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