Aida Ochoa siempre mostró un interés por la educación. Primero cuando estaba en el colegio Corazón de María. Sus calificaciones sobresalientes en las distintas materias demostraron su gusto por el aprendizaje, que luego se convertiría en el gusto por compartir aquellos conocimientos que fue adquiriendo con el paso del tiempo.
Cuando se graduó en 1971 como bachiller en ciencias de la educación, Aida no tuvo la oportunidad de ejercer enseguida su profesión en el sistema fiscal, ya que por aquellos tiempos también era un proceso difícil el ingresar al magisterio ecuatoriano.
Ante ello, de manera meritoria optó por laborar en una escuela uruguaya, a través de una sustitución que se le había presentado. No sería hasta dos años después, cuando tenía 23 años, que su trayectoria laboral en el sistema educativo público empezaría en una escuela del caserío Guardeleg, del cantón Paute.
Una vez que inició su trabajo como maestra, ella decidió impartir las materias del segundo año de básica, sin saber que pasaría en ese nivel por más de cuarenta años.
Otro de los eventos que Aida no sabía que se avecinaría era la creación de un texto de escritura para quienes estaban aprendiendo a leer y a escribir.
Ser siempre la maestra de segundo año de escuela le permitió identificar las primeras falencias que presentaban los estudiantes de escuela.
“En los grados nunca ha habido grupos heterogéneos. Siempre hay necesidades que tienen los niños. Entonces uno de mis superiores me recomendó que haga un texto para ayudar a quienes tenía problemas”, recordó Aida.
Impulsado por su esposo, Aida se decidió a armar un primer texto con guías para que las familias enseñen a los niños a escribir. En un principio, el primer cuadernito que sacó era simple, según la profesora.
Sin embargo, conforme pasó el tiempo, y mediante la identificación de los problemas que más se repetían en las aulas, Aida fue mejorando las ediciones.
Varias ediciones
Hoy, la maestra está ya jubilada. No obstante, el tiempo libre le ha permitido ir puliendo su cuaderno, que a la fecha está ya en la sexta edición.
El contenido del cuaderno está compuesto por ejercicios simples pero que funcionan entre aquellos que están aprendiendo a escribir, de acuerdo a Aida. Por ejemplo, el cuaderno tiene crucigramas, sopa de letras, oraciones y ejercicios de repetición del abecedario.
La manera en cómo fue armado la obra de Aida le valió para que el Ministerio de Educación lo reconozca y lo recomiende como material complementario a las enseñanzas de la escritura que se imparten en la escuela.
“A mí no me gusta lucrar. Yo lo hago para ayudar a las familias y a los niños. Mientras pueda cubrir los costos básicos de la creación del cuaderno. Ahora trabajo en otro proyecto de lectura y escritura. Ojalá pueda sacarlo para ayudar a que todos aprendan”, dijo Aida. (I)