Este dueto arrasó con la dignidad del país. En una sesión del Consejo de la Judicatura, ellos, con dos votos de cinco, simplemente cesaron al presidente de la Corte Nacional de Justicia, en un tiempo record, sin darle derecho a la defensa, acogiendo la denuncia de un despistado ecuatoriano que con un escrito simple dijo que Iván Saquicela no tramitó a tiempo la extradición de Correa. Ratón con piola, dirían nuestros viejos.
El país está en soletas. El presidente de la Corte Nacional de Justicia suspendido; la presidenta de la Asamblea Nacional derrocada por un grupo de enemigos que hicieron todo para romper el orden constituido y activar sus bajas pasiones para celebrar el triunfo del nuevo delfín del social cristianismo, Unes y los disidentes del la ID y Pachacutik. Bastó ver la entrada triunfal de Virgilio Saquicela a las oficinas de la presidencia de la Asamblea, y la mano extendida del “guacharnaco” Almeida, el tono de felicidad de “baby” Torres, los abrazos de las correistas, Holguín, Palacios y cia. Y por supuesto la de “Ay Pame” convertida en la nueva figura del jet set correista. Ellos saben que detrás tienen una tesis clara: desestabilizar al país, cambiar al CPCCS, poner un Contralor a su medida, e ir por la destitución de Lasso.
Todos los constitucionalistas del Ecuador, independientemente del aprecio a Iván Saquicela concuerdan en que la decisión de suspenderle es un golpe bajo, un acto lleno de vicios en el cual el dueto Murillo & Morillo tomaron una decisión histórica negativa en el transitado camino de las barbaridades ocurridas ahora a diario en el Ecuador. Entonces, resulta que el Habeas Corpus a favor de Glas, fue un juego de niños ante esta atrocidad; y cabe perfectamente el refrán: “siembra vientos y cosecharás tempestades”. Un país en plena crisis, en donde se juega el presente y el futuro como en una ruleta del horror. Si al presidente de la Corte Nacional de Justicia, le suspenden de esa manera, los jueces de primer nivel y demás caminan en una cuerda floja irremediable.
En el fondo, a la clase política de este país le importa una hoja de rábano lo que ocurra con la gente, con la necesidad de crear empleo, de arreglar en algo la inseguridad. Los hampones se ríen a carcajadas mirando como se despedazan en el juego de poderes. Los ecuatorianos en general por su lado no terminan de entender, que su inmisericorde destino, es producto de sus decisiones al momento de consignar el voto. Ese es el problema. (O)