Cuenca: Ayer y hoy

Mario Jaramillo Paredes

La semana pasada- el nueve de junio- se cumplieron doscientos cuarenta y cuatro años del primer Censo de población de Cuenca. Antonio Lloret B, en su obra “Biografía de Cuenca” -que ojalá se reedite- recuerda que fue bajo la administración del primer Gobernador de Cuenca, don José Antonio Vallejo y Tacón, que un “grupo de nobles” de la ciudad tomó a su cargo la realización de este Censo. 

Cuenca, de acuerdo a los resultados obtenidos, tenía en aquel entonces, 18.750 habitantes, entendiéndose por Cuenca, el centro de la ciudad y los barrios de San Blas, San Sebastián, El Ejido, hasta San José y Barabón. Como datos adicionales, Gualaceo, Sigsig y San Juan contaban con 8500 personas y Paute- desde El Cabo hasta El Pan- tenía una población de 3.728. Azogues y sus “pueblos vecinos” hasta Biblián – todos ellos parte del Azuay en aquel entonces- registraron 11.736 habitantes, a muy corta distancia demográfica de Cuenca. En el clero se registraron en Cuenca 38 curas, seis en Cañar y dos en Azogues. En el clero regular se registró a 21 dominicanos, 9 franciscanos, 11 agustinos, 12 mercedarios y siete betlemitas. 22 monjas carmelitas “18 de velo negro y tres de blanco” y 28 Conceptas, a las cuales deben agregarse “163 personas entre novicias, párvulas, criadas mestizas, mulatas libres y criadas indias”.

Para finales de este año se anuncia el desarrollo de un nuevo Censo, que nos dará datos precisos sobre la actual realidad. Cuenca y el Azuay desde los años del primer Censo han tenido un dinámico desarrollo poblacional, marcado desde el siglo pasado por una fuerte migración hacia la Costa, primero y hacia el exterior en estos últimos años. Pero también la ciudad ha recibido un aporte caudaloso de habitantes provenientes del sector rural, tras el éxodo del campo a la ciudad que ha marcado a la urbe. Hoy la Cuenca histórica (de San Blas a San Sebastián y de la Calle Larga a la Rafael María Arízaga) es mínima en comparación con los nuevos barrios y asentamientos que surgen a veces sin ninguna planificación ni orden. (O)