Hace más de medio siglo, en la Cuenca chiquita y de antaño, el Corpus Christi era una oportunidad de encuentro religioso, social y, sobre todo, un encuentro con los dulces, cuyas recetas salieron de los conventos para terminar entre aquellos habilidosos que supieron replicarlas.
Hoy, la ciudad es distinta, sin embargo, la esencia del Corpus y sus dulces se convirtieron en una tradición gracias al ímpetu de la propia población que, año tras año, una vez que arranca el septenario, dice presente.
Pero mantener viva la tradición no ha sido nada fácil. Por ejemplo, en el camino se han perdido, principalmente, algunos de los manjares, sus recetas y quienes sabían hacerlas.
Ante esa realidad, desde las propias generaciones actuales que saben hacer los dulces, y, desde la academia, como es el caso de la Universidad de Cuenca, han buscado rescatar aquellos procesos gastronómicos que se veían en el pasado.
Para esta fiesta, la Fundación de Turismo para Cuenca, asimismo, ha sido parte de esa idea de identificar, mantener y promover la venta de los dulces que tuvieron su renombre y que, en muchos espacios, ya no están, como los guargüeros.
“La idea también es recuperar, mantener y hacer que realmente sean los dulces del Corpus, que se vendan… Hay 120 mantenedoras aproximadamente, que son mujeres que aún hacen, y a ellas queremos darles mucha más fuerza en esta fiesta”, dijo María Angélica León, directora de la Fundación de Turismo.
Entre esas artesanas que todavía saben darle forma a los manjares que se vendían en el siglo pasado está María Carchi, quien tiene más de una docena de tipos de dulces de Corpus.
Las rosaditas, las galletitas de naranja, las arepas de maíz, los roscones, las roscas de harina, las quesadillas, las frutitas, el suspiro, las monjitas y los infaltables quesillos son algunos de los dulces que todavía mantienen las familias de Cuenca.
“Lo que sí he visto que el delicado prácticamente se ha perdido. Quizá porque tiene su proceso. Para ese dulce hay que tostar el maíz y luego hacerle la harina y después viene el resto. Pero yo creo que todos los dulces son difíciles de hacer, y, a pesar de eso se mantiene el trabajo artesanal”, opinó María.
Aun con lo demandante de la preparación, más la emergencia sanitaria que limitó la realización de la fiesta religiosa por dos años, los dulces del Corpus están vigentes porque las mantenedoras siguen de pie y han buscado la manera de comercializarlos.
Ya se a través de las redes sociales o de espacios físicos privados, los dulces no faltaron en este tiempo pandémico. Por ejemplo, Corpus Christi Café mantuvo abiertos sus locales en el Centro Histórico, adonde llegaron decenas de personas a consumir los tradicionales dulces.
No obstante, para Marcela Salazar, quien atiende uno de los locales de Corpus Christi Café, la fiesta septenaria siempre ha tenido su influencia, por lo que, con su realización, habrá otro movimiento en la ciudad.
Fiesta
Con la relajación casi total de las medidas sanitarias, el Corpus Christi volverá a realizarse con sus puestos de dulces, sus castillos y bandas de pueblo.
Por un lado, se espera que por lo menos 100 puestos estén ya hoy en los alrededores de la Catedral de la Inmaculada Concepción vendiendo los dulces, y, por el otro, en la noche, la gente ya aguarda la pirotecnia que no se escucha desde hace algún tiempo.
La fiesta se extenderá hasta el próximo 23 de junio. Cada noche, en la catedral nueva, habrá misas que iniciarán a las 19:00. Mientras que la quema de castillos se realizará a partir de las 20:30. (I)