Esta semana ha regresado el caos al país. Nuevamente, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), ha iniciado un ciclo de protestas exigiendo al gobierno cumplir con diez peticiones específicas. En la lista figuran la reducción del precio de los combustibles, el control de precios de los productos de primera necesidad, el rechazo a la privatización de sectores estratégicos y en especial garantizar la seguridad de los ciudadanos.
En un principio, la manifestación parecía que no iba a ser tan extrema, pero, al pasar las horas, empezó el estallido. La detención de Leonidas Iza avivó el fuego. No se puede desestimar la organización de las nacionalidades y pueblos indígenas. A las pocas horas, el país fue inducido a un coma gravísimo al punto del colapso.
Las protestas crecieron como el efecto de la bola de nieve. Sectores de la transportación, eléctrico, educación, bananeros y otros más se adhirieron a las paralizaciones. La escasez de los productos y combustibles se empezaron a sentir en algunas ciudades y claro, los avivatos especularon con los precios. ¡Gran victoria para Iza!
En cambio, la población empezó a pasarla mal por los bloqueos. Los sectores empresariales hablan de pérdidas que bordean los 50 millones de dólares. La producción de varias plantas florícolas en el centro del país está detenida y bajo amenazas. Y ni hablar de los pozos petroleros, algunos han sido militarizados para evitar que sean vandalizados. En general, el comercio está afectado.
Cuenca, en especial, se encuentra sitiada. Los manifestantes han interrumpido el paso habitual del transporte de gas, lo que ha sumido a la urbe en una crisis. Señores manifestantes rechacen lo que quieran, pero no quiebren al país. (O)