Vemos con extrema preocupación los que sucede en el país, aquel lugar al que llamamos Patria, hoy se ve manchado de sangre y odio, de confrontaciones y desmanes, pero, por sobre todas las cosas, de profunda tristeza al saber que seres humanos que nos autodenominamos como conciudadanos, hoy hemos formado bandos de disputa que defienden con extremo fanatismo un espacio que al final de cuentas no deja de ser efímero cuando lo llegamos a contrastar con la salud o la misma vida perdida de un ser humano.
Bajo ningún concepto podremos aceptar los desmanes, los saqueos y los atentados contra los bienes públicos y privados, desde cualquier punto de vista emitiremos nuestro mas profundo rechazo a este tipo de actuares, defendemos profundamente la libertad de expresión, de protesta y de ideas, sin embargo, cuando se transgrede ese limite al cual le llamamos respeto por los demás, hemos violentado y actuado bajo una total coerción, cayendo en actos para nada aceptables.
Valdría la pena analizar e intentar descifrar quienes son los poderes que están detrás de los grupos que vemos en las calles hoy en día y auto consultarnos si es que en verdad pretenden defender nuestros derechos o tan solo buscan resquebrajar y debilitar algún trazo que no les conviene que exista en una línea de dirección. Mi querido lector, llámese camisa o poncho la bandera de las calles, debemos rechazarlas con total vehemencia si es que detrás de si, traen intimidación y días grises. (O)