… Con el rojo de la sangre que nos deja una propuesta social que inició con tal motivación y plenamente justificada porque se trata de exigibilidad de derechos; no obstante, mientras toma fuerza un idealismo frenético y con cierta presuntuosidad, la impotencia acentúa la hostilidad en el camino al diálogo.
Transgredir en derecho y en derechos es atentar contra la vida humana, contra los bienes públicos y contra las expectativas de vida de cada individuo, sus familias y su entorno; ante ello, el país retrocedió por su propia gente.
Desde el claro entendimiento de lo que es una violación al derecho humano, los llamados al diálogo racional y equitativo en medio de un correcto escenario de democracia, se consiguió: Por una parte, una palpable indefensión sostenida y por otra, el enfrentamiento de “hermanos” hacia “hermanos”.
Gobiernos de cualquier jurisdicción se mantienen impávidos en sus competencias y responsabilidades público-políticas; dirigentes que se embelesen ante sus intereses particulares tapando con la venda de la incitación a quienes son su “carne de cañón”; y, aquellos enemigos de la patria cuya infiltración con visible estrategia de guerra, destruyen a su paso lo que nos cuesta a todos ¡La factura esta vez será grande! (O)