Sentarse y conversar. Dos acciones que implican tanto voluntad como humildad. Se lee fácil, pero qué difícil que ha sido conseguirlo en Ecuador. Estas líneas se escriben mientras vemos la mesa de diálogo que se logró articular entre el gobierno y la representación de la CONAIE y otras organizaciones, con la mediación de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Los días de movilizaciones y manifestaciones deben dejarnos varias lecciones como sociedad. Si bien los estallidos sociales polarizan la opinión pública, es importante reconocer que los problemas no pueden reducirse en ganadores y perdedores. De hecho el momento que hubo un muerto ya todos hemos perdido.
El país debe aprender de las fracturas. La sociedad debe leerse desde esa diversidad entre indígenas y mestizos, entre la costa y la sierra, entre lo urbano y lo rural. Hay diversidad de opiniones entre la CONAIE y sus organizaciones, así como las hay dentro del gobierno, y esas complejidades deben permitirnos aprender y fortalecernos como sociedad.
Reconciliarnos es quizá la más difícil de las tareas y por ello no se puede delegar únicamente al gobierno de turno, es una responsabilidad de todos y todas, desde cada espacio de trabajo y de acción, con empatía, reconociendo al otro como una condición indispensable de la adecuada convivencia.
La reconstrucción social y económica requiere la decisión de toda la sociedad. Entender la necesidad de quienes han sido víctimas profundas de la pobreza en todas sus dimensiones y de quienes han visto comprometido su trabajo, su medio de vida, su producción, luego de semanas de paralización. Reconciliarnos será la agenda de los próximos días y meses si queremos sobrevivir como sociedad diversa y plural.