Para los ecuatorianos la atención en salud pasa por malos momentos. Nos referimos a la brindada por el Estado en los hospitales del Ministerio de Salud Pública y los del IESS.
La falta de medicamentos e insumos es uno de los más graves. Lo es desde hace varios meses. El llamado de atención de la Federación Médica, lejos de ser acogido con la importancia y prontitud del caso, pasó casi desapercibido, cuando no desmentido.
Empero, quejas y enfados de familiares de pacientes, hospitalizados o no, confirman tan apremiante realidad: no hay medicamentos, si se diga aquellos recetados para casos de enfermedades catastróficas.
Ellos deben comprarlos en las farmacias particulares, aunque no todos tienen los recursos económicos necesarios.
El plan de externalización de farmacias, anunciado por el Gobierno desde febrero de 2022, no se concreta. En palabras del presidente Guillermo Lasso permitirá abaratar costos de los medicamentos de consulta externa.
En materia de salud no conviene caminar con pies de plomo. Y esto lo sabe el nuevo ministro de Salud, José Ruales.
Emprenderá varias intervenciones de carácter estructural: reducir las desigualdades causantes de inequidades; trabajar con los actores sociales (los GAD, las comunidades); fortalecer el primer nivel de atención encaminado a prevenir enfermedades; e impulsar el sistema de salud integral, involucrando al IESS, al ISSFA, al ISSPN, al sector privado.
Luce interesante tal propuesta. Pero primero los medicamentos señor ministro. Es inaplazable. El país está en crisis sanitaria.
El IESS -ya lo sabemos- tiene sus propios problemas estructurales y de financiamiento. Adeuda a SOLCA, a los prestadores médicos. Su administración general es víctima de inestabilidad.
El nuevo ministro se estrena en plena declaratoria de emergencia sanitaria. Es a este nivel donde el Gobierno debe demostrar ejecutividad, incluso a prueba de posibles boicots. La salud no espera.