La graduación de bachiller, nieto mío, es como el punto de partida e inicial de un destino en la medida que se deja atrás una formación de participación colectiva; padres, abuelos, hermanos, profesores y la comunidad sumando para una educación integral que ayude descubrir su vocación e iniciar la etapa de perfeccionamiento individual (universidad) que les permita su realización académica, profesional y humana y un rol constructivo en la sociedad.
En el camino recorrido hasta aquí, querido Tomás, siempre te propusiste y plasmaste metas con sinceridad y decisión como en las caminatas por las lomas de Jadán, por los páramos del Cajas, en el Bosque Protector Aguarongo, en la geografía regional y más allá; en los deportes: fútbol, baloncesto, natación, artes marciales y esas eternas partidas de ajedrez; las batallas de rap en La Escalinata que vivías con pasión y tus maratones de lectura desde el Homo Sapiens al Homo Deus, pasando por el mitológico de Homero y Virgilio, el caballeresco de Cervantes, el de Dante, el del existencialismo de Camus y Hesse, Stephen Hawking, el de la Historia del tiempo y los agujeros negros; las sagas de Harry Potter, El Señor de los Anillos, Maze Runner: correr o morir y Ciclo de la Luna Roja; la literatura del boom y pos boom, Rayuela y Los detectives salvajes; El hombre que calculaba, nuestros autores, y te dio por leer física y matemáticas y comienza otro capítulo de tu vida porque encontraste en los números tu vocación que vas a seguir en la Universidad Tecnológica de Múnich.
Pienso, Tomás nieto amado, que la etapa hasta aquí cumplida fue como hacer armas para la vida, a la que vas a enfrentar con una excelente formación académica, espiritual y humana; pero sobretodo vas armado del amor de tu familia y amigos que celebramos tu graduación, porque celebrar siempre será un acto de ratificación del amor ofertado. Creo que Nadie puede desearte, a más de tu familia íntima, un largo camino de éxitos en tu vida, como tu abuelo que compartió los pasos de tu infancia. (O)