No pretendemos atentar contra el derecho a la libertad para el trabajo, pero creemos que es pertinente abordar un tema, por segunda ocasión, a sabiendas que reaparecen con más intensidad farsantes y aprovechadores en estas épocas de desocupación, dudas, incertidumbre, pobreza e inseguridad.
Nos referimos a programas y afines que han proliferado, sin censura o control alguno, en diferentes espacios como redes sociales, radiodifusoras y canales de televisión. Espacios con el protagonismo cada vez más numeroso de los autodenominados: adivinos, brujos, curanderos, iluminados y afines que hacen cada vez mayor presencia en busca de ingenuos, desesperados, inocentes y generalmente pobres, potenciales víctimas de farsantes que ofrecen la cura desde el cáncer pasando por las “enfermedades de la calle” hasta la comercialización de artefactos para atraer el amor, alejar a los malos espíritus, demonios y adivinar el número de la suerte.
Lo enunciado es una realidad que estafa a un porcentaje importante de la población que, ante la situación crítica del país buscan en estos mentirosos la solución a sus problemas, no sin antes, erogar cuantiosas sumas de dinero, muchas veces incluidas del chulco y del bono solidario. Una realidad conocida por todos, pero que, las autoridades correspondientes encargadas del control de estas estafas dejan pasar ante la tolerancia y conformismo de la población.
En este contexto, “sería prudente y conveniente” que, nuestros intachables asambleístas acudan a estos brujos y curanderos para que les adivinen si van a salir con aplausos o con juicios por corruptos. De igual manera, el Gobierno para que reciba consejos de estos “iluminados” sobre cómo administrar un país impactado por un movimiento indígena azuzado por terceros que niegan, pero que al final se muestran cobijados por el gran maestro del ático, y, no está por demás que, el de los “zapatitos rojos” consulte a estos brujos si es que: TERMINARÁ O NO EL PERÍODO PRESIDENCIAL. (O)