Si asumimos que el Estado es la expresión positivada de la sociedad jurídicamente organizada, encontramos que el Ecuador, es un Estado atravesado por la crisis continua. la irrupción del delito organizado, la corrupción y la sesgada distorsión conceptual desde el artículo 1 de la Constitución al definir que el Ecuador es un estado de derechos, en lugar de “ESTADO DE DERECHO” lo que consagra la incoherencia sistémica.
En efecto el texto constitucional vigente concibe al Estado en el sentido de la pluralidad de múltiples familias jurídicas, y si bien establece la supremacía constitucional en al ámbito de su territorio, reconoce a la vez la coexistencia del Derecho occidental, positivista y liberal de finalidades humanistas con los llamadas normas ancestrales con vigencia en la respectiva jurisdicción territorial, lo que es un absurdo mayúscula ya que tal como está estatuido produce la falencia sistémica del Estado, porque dentro de esos territorios, no rigen las Leyes del Ecuador, sino las peculiares de cada pueblo y nacionalidad.
Y, ¿cuáles son esas normas ancestrales? Las consuetudinarias o tradiciones indígenas que corresponderían a los Cañaris, Quitus, Panzaleos, Wuaoranis… y del Incario.
En estos tiempos de conflicto, sus promotores insisten en la Pacha Mama y Pachacútec para la reivindicación territorial del Tahuantinsuyo.
Entonces se explica la pretensión indígena de liberarse del “yugo occidental” Un despropósito, pero allí están las asonadas de octubre 2019 y ahora junio- julio del 2022.
Los países andinos van por este mismo camino. “Estallido” es su trasunto. NEFASTO PANORAMA.
La solución, insisto, debe venir desde la concepción coherente de una nueva Constitución con el necesario respeto a la legitimidad que otorga el Estado de Derecho. (O)
Un Estado en crisis…
Hugo Darquea López
Si asumimos que el Estado es la expresión positivada de la sociedad jurídicamente organizada, encontramos que el Ecuador, es un Estado atravesado por la crisis continua. la irrupción del delito organizado, la corrupción y la sesgada distorsión conceptual desde el artículo 1 de la Constitución al definir que el Ecuador es un estado de derechos, en lugar de “ESTADO DE DERECHO” lo que consagra la incoherencia sistémica.
En efecto el texto constitucional vigente concibe al Estado en el sentido de la pluralidad de múltiples familias jurídicas, y si bien establece la supremacía constitucional en al ámbito de su territorio, reconoce a la vez la coexistencia del Derecho occidental, positivista y liberal de finalidades humanistas con los llamadas normas ancestrales con vigencia en la respectiva jurisdicción territorial, lo que es un absurdo mayúscula ya que tal como está estatuido produce la falencia sistémica del Estado, porque dentro de esos territorios, no rigen las Leyes del Ecuador, sino las peculiares de cada pueblo y nacionalidad.
Y, ¿cuáles son esas normas ancestrales? Las consuetudinarias o tradiciones indígenas que corresponderían a los Cañaris, Quitus, Panzaleos, Wuaoranis… y del Incario.
En estos tiempos de conflicto, sus promotores insisten en la Pacha Mama y Pachacútec para la reivindicación territorial del Tahuantinsuyo.
Entonces se explica la pretensión indígena de liberarse del “yugo occidental” Un despropósito, pero allí están las asonadas de octubre 2019 y ahora junio- julio del 2022.
Los países andinos van por este mismo camino. “Estallido” es su trasunto. NEFASTO PANORAMA.
La solución, insisto, debe venir desde la concepción coherente de una nueva Constitución con el necesario respeto a la legitimidad que otorga el Estado de Derecho. (O)