Es peligroso sin duda. Y francamente frustrante, el ver como aún nos cuesta tanto comprender ese pilar de la democracia, como es la libertad de expresión. Y lo digo a razón del proyecto de reforma a la Ley Orgánica de Comunicación que la Asamblea Nacional aprobó, como no podía ser de otra manera, gracias al ala del parlamento que aún anhela la infame “década ganada”.
Y es triste el recuerdo: los años grises de la SECOM y la siniestra Ley de Comunicación por la que se persiguieron periodistas, se incautaron medios y se atentó a la libertad de expresión de todas las formas habidas y por haber. El recuerdo del tiranuelo de turno rasgando el ejemplar de un periódico independiente. Un recuerdo que ahora viene nuevamente a la memoria.
¿La ha leído Usted la propuesta? Es como para no creerlo. Una vez más, los infames mecanismos de sanción y censura para quien se niegue a besar el anillo. Los talleres de capacitación (¿adoctrinamiento?) impartidos a periodistas con décadas de trayectoria; el regreso de la oscura CORDICOM bajo el alias de “Consejo de Desarrollo y Promoción de la Información y Comunicación”; la exclusión de los medios comunitarios en las universidades, quizá los últimos reductos de comunicación científica; y finalmente la consagración de la Defensoría del Pueblo como el nuevo Tribunal del Santo Oficio, y la figura de los “defensores de audiencias”, tan pero tan parecidos a los viejos censores de las dictaduras, a cuyo subjetivo criterio se deberán rendir los contenidos de los medios en todo el país.
Y si, desde luego, todos queremos un país donde la ley nos proteja de cosas esenciales como la incitación a la violencia. Sin embargo, más allá de eso, el discernir la “información falsa” o discriminar los contenidos sexualmente explícitos, pasan por la educación del ser humano y ciertamente no (a riesgo de volver a las sociedades mojigatas y oscurantistas del pasado) a través de la sanción y la prohibición, imposible además ante la avalancha contenidos a los que el Internet nos expone cada día. Si, eso es: educación, sentido común y libertad de expresión. Eso, simplemente eso… (O)