Pensábamos que iba ser un temblor no más. De unos 3 o 4 grados. Quizá de 5 inclusive. Se decía la anterior semana, que no ha de pasar de otro temblor más. Varios lectores, asintieron con la probabilidad de un movimiento, sacudón, rugido y caída de algunas cosas.
Pero terremoto ha sido. Terminó siendo más fuerte. Luego de las primarias desarrolladas en las organizaciones políticas de la provincia, hay de todo. Candidaturas por doquier. Entre ellas se amalgama dosis de improvisación, camisetazo, prematura aspiración y carencia de formación para liderar la Ciudad y la Provincia. Con excepciones como siempre. Pero con los efectos conocidos de terremoto.
Dinámicas del todo por el todo. Desenchufados de la realidad y las necesidades de la población. Con reciclados proyectos y en otros casos, con la vanidad aprendida por usar un escritorio. Hasta movimientos y partidos políticos rentados se encuentran en algunas candidaturas. Sí. Por valor se presta el movimiento para que pueda existir el candidato. Eso sí -léase con espíritu sarcástico- todos están bien formados, saben los problemas, identifican los caminos y conocen las soluciones.
Realmente ha sido terremoto. Se mezclan colores, posiciones, ideologías -si es que algunos lo tienen-, obras de beneficencia, tipos de creencias, religiones, costumbres, historia, pasado, visiones -si es algunos lo tienen-, proyectos, inquietudes y personalidades. Tal cual como cuando de grado 7 se produce un terremoto, todo se cae, todo se mueve, todo se mezcla, no se reconoce origen ni lugar. Igualito.
Lo que queda es apostar por el péndulo de la votación cuencana. De norte a sur. De este a oeste. De extremo a otro extremo. De izquierdas a derechas. De formados a improvisados. De posición económica a otra. De aterrizadas a ideas a populismos ofertados. En fin. Terremoto es, ojalá se pueda a tiempo reconstruir. (O)