Frase que mi abuela repetía con nostalgia, el recordatorio de una época de belleza, energía y productividad, de oportunidades y sueños, el lugar al que todos queremos regresar.
Se romantiza la juventud, está comercializada, buscamos ser por siempre joven, consumimos belleza, productos y tecnología para alargar nuestra juventud, sin embargo, qué significa ser joven hoy en día.
No existe mayor investigación al respecto, la OIT evidencia que en Ecuador el 37% de jóvenes están desocupados, es decir ni trabajan ni estudian. La juventud es la más afectada por la pandemia, fueron los primeros en perder sus empleos, abandonar los estudios, sufrir por el inacceso a conectividad y tecnología, y en verse afectados por la falta de servicios y atención en salud sexual y salud reproductiva.
En el mes de la juventud es emergente reflexionar sobre la situación de vida de este grupo, buscar estrategias para resolver los problemas que los aquejan, entre esos el suicidio, la depresión y las adicciones, tender puentes intergeneracionales para acercarnos más a su realidad, sin idealizarla, y darles las oportunidades que se merecen. (O)
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