No robar, no mentir, no ser ocioso deberían vivirse como normas éticas esenciales en sociedades como la nuestra agobiadas por profundos niveles de corrupción, de abuso del poder, de inequidades sociales; más aún, cuando el mundo libra una crisis económica y social a la que nadie escapa y cuyas consecuencias se traducen en mayor pobreza, analfabetismo, ignorancia y malnutrición de millones de seres humanos en medio de la pandemia, guerra, violencia, antagonismos políticos y de los desastres ambientales que estamos viviendo. El grave delito de haber intentado vaciar de contenido el ama quilla, ama llulla, ama shua por el abusivo uso del marketing político en gobiernos anteriores, no hace más que potenciar la profunda verdad filosofía que encierran y con la que fueron concebidos desde tiempos inmemoriales. No robar, no mentir y no ser ociosos cobran mayor dimensión en tiempos electorales para mirar más allá de los discursos demagógicos y populistas de los que estaremos invadidos, cuál es la verdadera ética pública y el compromiso de partidos y movimientos políticos con los que pretenden ejercer la administración pública y, sobre todo, cuánto conocen de la realidad que vivimos y la disposición que tienen para enfrentar el aberrante centralismo que nos vuelve un territorio vulnerable ante la codicia de un Estado centralista, administrado por un gobierno extractivista. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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