En la “Cacería del Zorro” participaron 30 jinetes de diferentes rincones de la provincia.
Una capa negra con la letra “Z”, de color rojo, en el centro de la prenda, se la lleva el jinete más ágil y tenaz con el caballo más rápido. De eso se trata la “Cacería del Zorro”, una competencia de velocidad y resistencia que tiene sus orígenes en Ibarra, provincia de Imbabura.
Henry Llapa, quien impulsa una nueva tradición en el Azuay, conoció esta actividad en uno de sus viajes al norte del país, sin imaginarse que con el respaldo de sus familiares, sobre todo, de los residentes en los Estados Unidos (EE.UU.), implementaría desde hace cinco años esta competencia en la parroquia Checa, ubicada al norte de Cuenca.
Unos 30 jinetes de diferentes rincones de la provincia del Azuay llegaron el pasado domingo a la comunidad Santa Marianita, situada a alrededor de tres kilómetros de la cabecera parroquial de Checa. En un terreno particular se improvisó con anticipación a la competencia una especie de pista de carreras que se caracterizó por varios obstáculos con troncos y rocas.
Los jinetes portaron sombreros y vestían camisas de rayas o cuadros, botas o alguna prenda que los distinguió del resto de asistentes. A ellos se les escuchó decir frases como: “¡Arre!”, “¡No tengas miedo!”, “¡Hoy saldré como el zorro del próximo año!”. El ambiente estaba marcado por música ranchera, corridos mexicanos y colombianos.
Sus esposas, hijos, padres e incluso los amigos los acompañaron, quienes no quisieron perderse un solo instante del evento. Los minutos transcurrieron en espera de la competencia mientras se realizaron otros concursos como la carrera de velocidad por el mejor tiempo y el disparo con carabina.
Competencia
La hora cero llegó. Los participantes se ubicaron detrás de Adrián Vizñay, un joven 22 años de edad, quien representó en esta oportunidad al zorro en reemplazo de David Carpio, un migrante que desistió de hacerlo luego de tres años de representar a este personaje porque quiso concursar nuevamente como perseguidor.
La competencia trató en que el resto de jinetes tenían que perseguir por un lapso de 20 minutos al zorro para tocarlo a él o al caballo. El primero que lo hacía resultaba ganador, por consiguiente, el zorro del 2023.
La suerte le sonrió a Nixon Guamán, de 17 años de edad, con el caballo de nombre “Jazán”. El joven, oriundo del sector San Luis de Parculoma, de la parroquia Octavio Cordero Palacios, tocó al zorro después de unos cinco minutos de persecución.
“A los ocho años de edad aprendí a montar. Siempre he montado caballos. Ser el zorro significa que soy el mejor jinete”, dijo Guamán, quien resaltó los atributos de su caballo para ganar la competencia.
La “Casería del Zorro” se mantuvo a pesar de las restricciones de los últimos dos años por la pandemia de la COVID-19. El propósito de su mentalizar es institucionalizar este evento en la provincia del Azuay. (BPR)-(I)
Donación desde Chicago
El aporte de los familiares y amigos de Henry Llapa, mentalizador de la “Casería del Zorro”, es fundamental con el afán de continuar cada año con este evento. Se reúnen en los Estados Unidos (EE.UU.) con el propósito de aportar económicamente para los premios y la comida que se ofrece a los participantes.
Álvaro Méndez, de 37 años de edad, llegó de visita de la ciudad de Chicago, en los EE.UU., para entregar los premios. “Yo doné, en calidad de cuñado de Henry, también lo hicieron otros parientes como sus primos de Mineápolis”, comentó.
Méndez, asimismo, recalcó que la competencia genera adrenalina entre los participantes porque no quieren perder, considerando que traen a sus mejores caballos. “Al final todos arreglan cualquier discrepancia que surja en el evento por ganar. Sellan su amistad tomando un traguito”. (I)
DETALLES
– En caso de que ninguno de los jinetes logre tocar al zorro, la persona que hizo de este personaje se mantiene con esta misma representación para la próxima edición de la competencia.
– Los jinetes que no tienen caballo usan los animales de los hacendados de la provincia, quienes confían en sus destrezas. El traslado de los ejemplares tiene un alto costo cuando no se tiene transporte propio.