Hubo un presidente del Congreso Nacional llamado Averroes Bucaram, quien a pesar de que el secretario dijo públicamente que no había el quorum correspondiente, instaló una sesión del Congreso Nacional.
Así como este sujeto impresentable, ahora, en un apresuramiento sospechoso, cuando en la votación no alcanzaron los 92 votos para censurar a los tres integrantes del Consejo de la Judicatura, simplemente Virgilio Saquicela, suspendió la sesión antes de la reconsideración, dándoles oxigeno a los “guacharnacos”, los socialcristianos enfermizos, y demás enemigos gratuitos e inconformes con todo lo que se llama democracia, para torcer su destino.
Como antecedente, el presidente de la Asamblea llamó a una sesión virtual en la noche, para que, entre las horas disponibles para el descanso, comparezcan acusados. No he vuelto a ver en mis años, una costumbre antiética y dirigida como esta.
No estamos conformes con la crisis de la función judicial. Iván Saquicela, un hombre firme, ha cuestionado el accionar del Consejo de la Judicatura; a muchos no nos gusta el accionar de jueces de lupanar que dictan sentencias incomprensibles como las de la saga emblemática de Glas, y de todo aquello sepultado en las tinieblas, y el silencio.
Aún con los arrebatos de la Asamblea en su función de legislar, no pueden persistir actos de violencia a la salud mental, como la de la legisladora nacional de UNES Paola Cabezas, quien en un gesto iracundo y de violencia kinestésica, quiebra el dedo de la mano y muestra el signo de la mala seña, demostrando su impertinencia. Una violencia propia de quienes no les gusta el debate, ni la contra parte, ni el contenido de la discusión, y ante eso no pasa nada.
La Asamblea Nacional es un circo, en el cual botan a la arena la carne para que los leones hambrientos despedacen la ínfima dignidad nacional. Poca legislación, una fiscalización llena de odio, de amenazas, de amarres insolentes, de vergüenza nacional, de compra y venta de conciencias.
Antes de irse a vacaciones inmerecidas a partir del 12 de septiembre, la Asamblea Nacional, con el solo 7 % de credibilidad, espacio en el cual campean los bufones, cínicos, carentes de moral, mueven los hilos para comprar cinco conciencias que les faltan, y así sepultar al país. Que los angelitos del Consejo de la Judicatura han tenido pecados, nadie discute. Que sean juzgados por sus hechos, no por las conveniencias de los enemigos del país como las del asambleísta Luis Almeida, para quien el relajo es su deporte nacional desde hace años. Y sigue riéndose. (O)