El concepto tradicional de seguridad anclado a la integridad territorial y a la estabilidad política se reconceptualizó con la estrategia de paz planteada por las Naciones Unidas, la que incluyó dos frentes, el de la seguridad para vivir sin temor, y el económico y social para vivir sin miseria. Estrategia que manifiesta que solamente una victoria en ambos frentes puede asegurar una paz duradera.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 habla de un mundo libre de temor y miseria, libertades que públicamente mencionó por primera vez el 6 de enero de 1941 el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt.
Sin embargo, esta libertad del miedo, o la seguridad entendida como ausencia de peligro o riesgo, es algo que se ha convertido en un concepto utópico para los ecuatorianos, ajeno a la realidad del día a día, ya que el temor, inseguridad y miedo son compañeros habituales de la población, no solamente al salir a la calle, sino dentro de casa, en locales comerciales, playas y parques. Y ni qué decir de la miseria, cuando es evidente que no estamos ni cerca de estar libres de ella, todo lo contrario.
La relación entre estas libertades es evidente, no se consigue la una sin la otra. Mientras tengamos gobiernos que no dan respuesta a las necesidades que garantizan la libertad del miedo y la miseria, mientras tengamos corrupción a todo nivel, estaremos lejos de tener una sociedad en paz, una sociedad libre de miedo, libre de miseria.
Que en Ecuador una mujer sea asesinada cada veintiocho horas es espeluznante, que María Belén Bernal haya sido asesinada por un policía dentro de una escuela policial sin que nadie intervenga, no tiene nombre, y deja al descubierto lo lejos que estamos de vivir sin miedo. (O)
@ceciliaugalde