Carlos Castro Riera
Del informe de la Corporación Terrae sobre los impactos ambientales en caso de una eventual explotación minera en Quimsacocha, se puede concluir que, se estaría ante la eventualidad de un envenenamiento de las aguas que discurren a los ríos Rircay, Tarqui y Yanuncay.
Diferentes fuentes bibliográficas coinciden en señalar que el páramo de Quimsacocha se extiende en la extensa caldera del volcán apagado del mismo nombre, por lo que, son tierras de conformación subterránea con fisuras, fallas y fracturas típicas de la morfología volcánica.
En esa enorme caldera apagada, de un diámetro aproximado de 13 kilómetros, se ha constituido un sistema hídrico con lagunas y vertientes, es decir, una zona colectora de aguas lluvias que fluyen superficialmente por arroyos y quebradas, e internamente, por infiltración, a través de las fisuras subterráneas, y que luego emergen en las laderas bajas hacia los ríos.
El informe de Terrae basado en una investigación científica, con datos obtenidos in situ y otros tomados del propio Estudio de Impacto Ambiental, y utilizando técnicas de modelaje y comparativas, revela la interacción entre las lluvias, las aguas superficiales y subterráneas, un ciclo natural que se alteraría con la eventual explotación minera del proyecto Loma Larga.
En efecto, el Informe evidencia los impactos de la explotación subterránea en el páramo con la fractura masiva de rocas y su extracción de 3.000 toneladas diarias con un total de trece millones de toneladas en todo el proyecto.
Estos residuos en parte se volverían a colocar en el subsuelo llenando las galerías y túneles abiertos, y otra parte de 5,5 millones de toneladas de relaves, quedarían en la superficie del páramo.
La ampliación de las grietas subterráneas impactaría en el nivel freático de las aguas y por tanto en el caudal de las vertientes, arroyos y quebradas; y las rocas fracturadas subterráneas y los residuos de relaveras que contienen arsénico, zinc, níquel, cobre y plomo, en contacto con el agua, en una zona de alta pluviosidad, formarían ácidos que envenenarían el agua que consume la comunidad del cantón Cuenca.
Si existe duda las autoridades deberían aplicar oportunamente el principio de precaución, caso contrario sería la crónica de un delito anunciado. (O)