Peligro, alcoholismo

Marco Carrión Calderón

El recomendar la ingesta de alcohol en forma de vino, cerveza, etc. como saludable, merece recordar que la ciencia insiste en que no hay consumo de alcohol inocuo.

Que eso de “con moderación” es una forma de engaño: desde la perspectiva de la salud, solo existe el consumo con menor o mayor riesgo, pero que siempre hay alguno. Ni el vino ni la cerveza son beneficiosos para la salud por más que así se insista.

Son engaños repetidos para fomentar el consumo y, por lo tanto, el negocio.

El tomar una copa, “un trago”, después de la jornada de trabajo, como premio o como remedio para la fatiga es algo que tiene aceptación social y muy pocos se atreven a pensar si este hábito puede desencadenar una adicción.

Según la OMS se considera adicto a quien consume más de cinco unidades al día (unidad es 250 mililitros de cerveza o una copa de 100 de vino, o una copa de whisky de 44 mililitros).

Menos de esas cantidades sería ingesta con menor riesgo simplemente, La Fundación Bill & Melinda Gates ha dotado de recursos a un grupo de más de 100 investigadores y una conclusión que sobresale es que: “la cantidad de alcohol que se puede consumir sin perjuicio para la salud es cero”.

Los posibles beneficios en el caso de ciertas enfermedades cardiovasculares no superan a los riesgos. Por mucho que el alcohol proteja las arterias es tal el daño que hace en otros ámbitos que lo recomendable es evitar su consumo.

Ciertamente que el riesgo es mayor cuando el consumo se hace desde menor edad, como 13 años, o cuando quien consume enfrenta un serio problema personal, muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, por ejemplo.

Es menos peligroso el consumo de bebidas fermentadas de baja graduación como la cerveza y en cantidades pequeñas, pero tienen potencial adictivo y a largo plazo pueden incrementar el riesgo.

Al principio no son adictos los consumidores de su cerveza o trago diarios, pero si no los tienen sufren ansiedad. La línea entre aquello y la adicción en muy tenue. El problema aparece si hay épocas de gran consumo, como quedarse en el bar más tiempo.

Es un proceso sin vuelta atrás.

Con el alcohol, como con cualquier otra droga, es fácil ir hacia adelante, pero casi imposible dar marcha atrás. (O)