Les Luthiers llevan 55 años en el escenario con una combinación de humor y música que traspasa fronteras, un tiempo en el que han visto cómo el arte de hacer reír también ha cambiado y desde esa experiencia aseguran que «nunca se pudo hacer humor de todo» pero «quizá hoy hay más límites».
En una entrevista en Madrid tras presentar la gira que harán por España con su tercera antología, «Gran Reserva», que les llevará a siete ciudades en esta primera parte de un tour que prevén que dure entre dos y tres años, los argentinos cuentan que «sigue siendo un enorme placer que la gente se divierta» con sus espectáculos.
Turnándose la palabra calladamente como si uno de sus espectáculos se tratara, los seis integrantes reflexionan sobre el paso del tiempo, que ha hecho efecto en sus chistes y bromas, aunque reconocen que el «humor blanco y familiar» que les caracteriza les ha salvado «de problemas posteriores».
Hacer un humor no ofensivo es posible, «se hace con sentido común, con prudencia, con tacto y con alguna prueba piloto de a ver qué le pasa al público para evitar zonas de dudas», explica Jorge Maronna, uno de los fundadores del grupo.
Ese sentido del humor para todos los públicos tiene una razón de ser, según otro de sus integrantes, Roberto Antier, quien recuerda que Latinoamérica «vivió dictaduras militares» durante décadas «y entonces había otros limites».
«Hubo que manejarse y uno no busca tener razón sino entretener, si un chiste determinado no causa gracia, más allá de por qué no cause gracia, lo quitamos, es la función que tenemos», declara Antier.
Y es que al trabajar con material de hace cincuenta, treinta o diez años atrás para formar la antología de «Gran Reserva», han tenido que «actualizar» algunos de los chistes.
«No es fácil, porque hay que estar a la altura, adaptarse, tratamos de cosas que antes eran políticamente correctas y hoy no lo son, pero también el humor sigue siendo humor, no se puede calar tan hondo, si no, no se podría hacer humor con nada más, pero lo que puede lastimar lo tratamos de quitar», analiza por su parte Martin O’Connor.
Público
El grupo celebra que «cada día» haya «más público joven» que acude a sus espectáculos y que sus chistes y escenas estén también en redes sociales y viajen a través de los teléfonos móviles.
Así lo expresa Tomás Mayer Wolf, una de las últimas incorporaciones del elenco, quien agradece el apoyo del público y que «la llama se mantenga vigente» más allá de las generaciones.
«Es una alegría que vengan y poder acercar a los hijos como se hizo a los padres que se acercaron al material de Luthiers, eso es una alegría y una motivación», asume.
Pese a ello, para Carlos López Puccio, uno de los más veteranos, también se perciben diferencias entre el humor que hace Luthiers y el que demandan los jóvenes.
«El problema es cómo lo ven los jóvenes, no cómo lo vemos nosotros, sigo pensando que nuestro humor está muy bien construido, que tiene una altura ética, moral y artística, nos gusta y seguimos tratando de mantener esa franja y cuando no se pueda dejaremos de hacer espectáculos», subraya.
Símbolo latinoamericano
Para el grupo, durante su trayectoria han construido «un puente» entre América Latina y España, donde se sienten «maravillosamente bien» y donde han sido reconocidos por el público y las instituciones al punto de recibir, algunos de ellos, la nacionalidad española por carta de naturaleza.
En esa línea, defienden su trabajo y creen que los símbolos latinoamericanos se construyen con tiempo y perseverancia.
Por ello, no consideran que lo que ellos califican como «modas», como el reguetón, puedan llegar a anclarse en el tiempo y marcar el cariz de la cultura de esa región.
«No creo que sea un símbolo latinoamericano, es un efímero brote de música y cultura popular, lo cual no quiere decir que sea significativo ni históricamente prevalezca», opina López Puccio.
A lo que O’Connor añade: «en los noventa fue la cumbia, son épocas, no le damos larga vida».
La gira española de «Gran Reserva» arrancará en Gijón este sábado y tras pasar por otras ciudades en España en octubre recalará en Madrid ya del 31 de mayo al 11 de junio del próximo año. EFE