Escondida en medio de verdes paisajes, a tan sólo 45 minutos de la asfáltica capital ecuatoriana, se encuentra Yunguilla, que en idioma quichua significa «el choque de nubes con las montañas», una comunidad que antes talaba el bosque y que ahora es ejemplo de desarrollo sostenible y turismo comunitario.
De fácil acceso y a 2.650 metros de altitud, Yunguilla está en medio de dos reservas: la geobotánica del Pululahua y la del Bosque protector de la cuenca alta del río Guayllabamba.
Hogar de 200 personas, agrupadas en 55 familias, en Yunguilla lo han apostado todo al turismo comunitario desde hace más de 20 años.
Locos
«Antes nos dedicábamos, sobretodo, a talar el bosque para hacer carbón y vender madera. Ese es nuestro pasado oscuro», confiesa Germán Collaguazo, uno de los líderes de Yunguilla, que se extiende sobre 5.000 hectáreas, y que ahora es la tercera área de conservación y uso sustentable del distrito metropolitano de Quito.
Todo comenzó hace más de dos décadas con un primer proyecto agroforestal y de manejo de los recursos naturales, auspiciado por el Gobierno suizo y con la organización no gubernamental Maquipucuna como intermediaria.
«Esto fue una idea de 18 locos que querían cambiar el mundo» y que incluía capacitaciones, reforestación y agricultura orgánica. Además, en 1997 un grupo de mujeres empezó a preparar mermeladas e instaló una tienda comunitaria.
Hasta entonces, a Yunguilla no había llegado ni un turista y aún así, se capacitaron y le apostaron al ecoturismo. En 1998 llegó un grupo de turistas neerlandeses y la vida le cambió a la comunidad.
«Empezamos a ver que venía gente del otro lado del mundo a ver lo que tenemos acá: la naturaleza», y las caminatas que antes tomaban unas cinco horas a paso de nativo, llegaron a nueve con los turistas «porque querían ir disfrutando cada momento», contó.
Nacieron así paquetes turísticos con distintas actividades, como ordeño, acampada, observación de aves y paseos por caminos precolombinos o de bosque primario, hogar de osos de anteojos.
En una de las rutas se atraviesa por culuncos, unos caminos con paredes de vegetación de hasta siete metros a cada lado.
Comunidad
Para finales de 1999 se unieron más vecinos y en el año 2000 conformaron la Corporación Microempresarial Yunguilla.
Al percatarse de que no podían vivir sólo del turismo, fortalecieron la agricultura, la ganadería, y ahora venden frutas, legumbres, y hacen mermeladas con frutas como chigualcán (papayuela), uvilla (uchuva o aguaymanto), moras y fresas, que cultivan de manera orgánica.
En invierno elaboran hasta 180 quesos diarios con los 700 litros de leche provenientes de «vacas felices», dice Collaguazo, pues el ganado pasta libre y come sano, sin ningún químico.
Y aunque la autogestión daba buenos resultados, no mejoraba la calidad de vida de los habitantes, por lo que crearon un proyecto de alojamientos en familias, que llevó a los vecinos de Yunguilla a mejorar sus casas y ahora «con o sin turistas, vivimos bien», dijo.
Bien lo sabe Rosa Proaño, quien con un préstamo y apoyo de la comunidad, amplió su casa para recibir turistas y voluntarios, y con los ingresos logrados por el turismo, educó a sus seis hijos, uno de los cuales vive en los Países Bajos: «¿Cuándo me iba a imaginar eso?», dijo.
Flora y fauna
En 2019, Yunguilla recibió 7.500 turistas, y un año después ni uno solo por la pandemia. En 2021 llegaron unos 2.500 y esperan cerrar este año con unos 3.500 con el impulso de Quito Turismo, la empresa pública metropolitana de promoción turística de la capital de Ecuador.
Collaguazo calcula que desde que se abrieron al turismo comunitario, han recibido unos 50.000 turistas entre locales y extranjeros, 20.000 de los cuales han pernoctado (al menos una noche) con las 20 familias del programa de convivencia en hogares, mientras otros se han alojado en casas comunitarias destinadas para el turismo.
Construidas con ladrillo y techos de teja, las viviendas tienen todos los servicios y desde sus amplios ventanales se aprecian los distintos tonos de verde de las majestuosas montañas, un paisaje que aparece y desaparece en cuestión de minutos al vaivén de la nubes.
En el bosque nublado de Yunguilla hay orquídeas, bromelias, osos, pumas, armadillos, tucanes andinos, pavas de monte, entre otras especies de flora y fauna que rodean a una comunidad que aprendió a vivir de y por la naturaleza. EFE