La semana pasada tras un referéndum llevado a cabo por Rusia en los territorios invadidos a Ucrania en los que los resultados fueron “favorables” para Rusia, Vladimir Putin tal como lo hizo en 2014 con la península de Crimea, anunció la anexión de los territorios ucranianos de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.
Como era de esperar, esta anexión tuvo mucho rechazo, incluso de algunos de los aliados de Rusia a los que no les conviene que medidas similares se tomen y aprueben en territorios sobre los que estos tienen interés.
Mientras Putin celebraba en Moscú con una concentración multitudinaria en la Plaza Roja la anexión de los territorios ocupados, Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano, enviaba a la OTAN la petición formal de ingreso de Ucrania, con lo cual de alguna manera neutraliza la acción rusa, ya que si por un lado Rusia considera los territorios ocupados como propios, y amenaza con utilizar armas nucleares para defenderlos de los ataques ucranianos, por otro lado, Ucrania al estar en proceso de consideración como miembro de la OTAN, tiene una cierta protección de la alianza, la cual puede aplicar el famoso artículo quinto, que establece que un ataque armado contra un país miembro se considerará como un ataque contra todos; lo que, como el periodista argentino Nacho Montes de Oca comenta, se convierte en un empate atómico, ya que Rusia no estaría amenazando a un país indefenso, todo lo contrario.
Mientras tanto, muchos siguen muriendo dentro y fuera de los campos de batalla, se denuncian abusos, robos, violaciones y tortura a ciudadanos civiles ucranianos, unos huyen de la invasión, otros huyen para no invadir, Europa se prepara para un frío invierno, y tal parece que estamos a punto de una tercera guerra mundial. (O)
@ceciliaugalde