Los procesos, el trabajo en equipo, disciplina y perseverancia, llevan a buen puerto las metas propuestas. En el ámbito deportivo estas características son claves para conquistar la gloria.
El fútbol, pese a su elevado mercantilismo, sigue siendo el rey de los deportes. Atrae multitudes y multitudes. A veces llegan al fanatismo. No está exento de la influencia política. Es el más mediático e imán para atraer divisas. No es gratuita, por ejemplo, la disputa para organizar campeonatos internacionales, entre ellos los tan esperados Mundiales.
Los equipos, según sus conquistas y hazañas se convierten en ídolos. Cuando disputan títulos internacionales tras una aguerrida disputa por llegar a esas instancias representan al país.
En tal contexto, Independiente del Valle vuelve a dar una nueva alegría a Ecuador al ganar por segunda vez el título de campeón de la Copa Sudamericana al derrotar en cancha argentina al linajudo Sao Paulo, de Brasil. La primera vez lo hizo en 2019 al vencer al Colón argentino.
Tras su ascenso a la serie de privilegio del fútbol nacional, no solo venció al estigma por provenir de un cantón -Sangolquí- sino a la hegemonía impuesta por equipos tradicionales del Guayas y Pichincha.
Los dirigentes del club, sin mayor bulla, pusieron en marcha su proyecto deportivo, comenzando por administrarlo como empresa. Los resultados se miden por la calidad del trabajo. Las finanzas se manejan con pulcritud y equilibrio.
En lo deportivo, Independiente del Valle es un ejemplo. Tiene sus propias escuelas de fútbol, emulando a los grandes equipos del mundo.
De su “cantera” salen futbolistas de enorme valía. Juegan en grandes equipos del exterior, cuyos traspasos le permiten holgura financiera al club. Atina al contratar jugadores y entrenadores extranjeros de alta calidad.
Los resultados están a la vista. Títulos y subtítulos nacionales. Dos títulos internacionales. El equipo ya es un referente del fútbol del Ecuador. Un grande a lo grande. De pie, todo el país le aplaude.
