A María Rosa Crespo

Ángel Vera Bravo

Ha partido a la eternidad, María Rosa Crespo. Ha partido, pero estará siempre presente y viva en la memoria de Cuenca por sus más de treinta años de aportes a la literatura, a la cultura y a la educación de Cuenca.

A María Rosa se la recordará por su participación activa en las letras, especialmente mediante sus estudios y ensayos, como los contenidos en “Estudios, Crónicas y Relatos de nuestra Tierra”, uno de los más conocidos, obra referente para la ciudad, en la que destaca el estudio “Presencia de la mujer en el desarrollo de Cuenca y la región”.

La crítica y el análisis literario fue el terreno preferente de su producción (ahí están sus artículos sobre San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, César Dávila, Jorge Dávila, Juan Valdano), pero no el único, pues, otra gran parte de su trabajo se orientó a los estudios culturales y del patrimonio de la ciudad, en los que resaltaba su identidad cañari, hecha de mitos: de serpientes y guacamayas, pacarinas o lagunas sagradas. Mitos y leyendas, cuentos populares y costumbres, como las masivas manifestaciones del Pase del Niño o el carnaval, eran materia de sus inquietudes investigativas.

Puertas adentro, si se pudiera decir, María Rosa fue formadora de jóvenes y docentes desde sus cátedras en las aulas: las de la escuela de Lengua y Literatura de la Universidad de Cuenca, así como las del colegio Manuel J. Calle fueron su habitual y cotidiana trinchera, donde compartía su sabiduría y sapiencia sobre la teoría de la literatura, su historia, la ciencia de los signos, los secretos y vericuetos de la lengua, que le valieron su titulación como doctora en Filología. Su experiencia docente se plasma en la obra “Pensar, hablar y escribir”, publicada en conjunto con María Augusta Vintimilla.

Cuenca debe mucho y tendrá siempre presente a la María Rosa de la cátedra, a la de los Encuentros de Literatura Alfonso Carrasco, a la gestora cuando presidenta de la Casa de la Cultura del Azuay, a la de la tertulia, por su saber, apertura y su magia… a ella un saludo vital, desde el corazón. (O)