Bangkok .- El cruel asesinato de 22 niños y 15 adultos en el noreste de Tailandia perpetrado por un expolicía ha dejado una profunda herida en el país, mientras este domingo los desolados familiares continúan con los ritos funerarios de las víctimas.
Los monjes budistas rezan hoy plegarias frente a los pequeños féretros de los niños en tres templos de la azotada población de Uthai Sawan, epicentro de la masacre, durante unas exequias que tienen previsto concluir el martes con la ceremonia de la cremación.
Con ofrendas florales y platos de comida para los espíritus, los parientes siguen con su solemne despedida.
Esto es lo que se sabe hasta ahora y las claves que aún necesitan respuestas.
HOROR EN UNA TRANQUILA GUARDERÍA
Armado con un cuchillo y una pistola, el expolicía Panya Kamrab comenzó, poco después del mediodía del jueves, una brutal matanza al asaltar una tranquila guardería ubicada dentro de un complejo oficial de Uthai Sawan, a 535 kilómetros al noroeste de Bangkok.
Según testigos, el exagente disparó primero a varios adultos -entre ellos una profesora embarazada de 8 meses- que se encontraban en el recinto para, más adelante, entrar por la fuerza en las habitaciones donde los indefensos niños dormían la siesta.
Durante cerca de una hora el asesino se ensañó una a una con las víctimas en la guardería, que generalmente acoge a niños entre 2 y 5 años, para después huir en una furgoneta pick-up.
En su escape por carretera, el exagente continuó disparando de manera indiscriminada y atropelló a varias personas.
Finalmente, el asesino se atrincheró en su casa, ubicada a escasos kilómetros de la guardería, donde antes de suicidarse también mató a su mujer e hijo -quien solía acudir al centro infantil donde se inició la matanza-.
UN EXPOLICÍA CON HISTORIAL DE CONSUMO DE DROGAS
La Policía identificó al autor de la masacre como un expolicía de 34 años apartado del cuerpo recientemente por problemas de drogas, que él mismo había confesado.
El exoficial había comparecido la mañana de ese jueves -horas antes de la matanza- ante un tribunal de justicia provincial por cargos relacionados con tenencia de narcóticos, y tenía que regresar el viernes para escuchar la sentencia.
Con estos antecedentes, las autoridades apuntaron en un principio la posibilidad de que el asesino hubiera cometido el horrendo crimen bajo los efectos de estupefacientes.
Una hipótesis que quedó descartada, a falta de una segunda prueba, al conocerse que el cadáver del expolicía no tenía restos de drogas o las había consumido al menos 72 horas antes del ataque, según el informe del primer análisis forense.
El sábado, entre secretismo por el dolor provocado por la matanza, el cuerpo del exoficial fue cremado, a pesar de que algunas personas reclamaban aguardar por si fueran necesarios nuevos análisis de los restos mortales.
Los doctores, no obstante, precisaron que guardan muestras de sangre, pelo y orina para realizar una segunda prueba de drogas, cuyos resultados se esperan durante la próxima semana.
HERIDOS Y LA PEQUEÑA QUE SOBREVIVIÓ
Entre los supervivientes de la masacre se encuentra la pequeña Pavenuch Sukonwong, de 3 años, quien arropada entre mantas pasó inadvertida para el asaltante.
Tras la huida del asesino, una funcionaria entró en la guardería donde encontró a la pequeña con vida y todavía dormida, recoge el diario Thairath.
Siete de los 12 heridos durante el incidente siguen hospitalizados, de entre los cuales al menos 4 son niños, conforme a los datos publicados por el diario Bangkok Post.
CONTROL DE ARMAS
A pesar de sus problemas con las drogas el exoficial poseía una pistola de 9mm de manera legal.
La tragedia de esta semana ha vuelto a poner sobre la mesa la laxa aplicación de las leyes para el control de armas en el país.
Los tiroteos en Tailandia son raros, pero en 2020 un soldado mató al menos a 29 personas e hirió a 58 en un alboroto que abarcó varios lugares, incluido un campamento militar y un gran centro comercial en la provincia nororiental de Nakhon Ratchasima.
Según datos de Small Arms Survey, Tailandia cuenta con unos 10,34 millones de armas, unas 15,14 por cada 100 civiles, el mayor ratio en el Sudeste Asiático y uno de los mayores en Asia.
Además, un total de 4,1 millones de armas no tienen licencia o no están registradas legalmente en Tailandia.
En 2020, se produjeron 2,17 muertes por cada 100.000 habitantes debido a armas de fuego en Tailandia, comparadas con 6,64 en Filipinas, 4,44 en Birmania (Myanmar), 1,83 en Vietnam y 0,44 en Indonesia, según Small Arms Survey.
La matanza perpetrada en Uthai Sawan, en la provincia de Nong Bua Lamphu, es una de las más graves registradas en un centro escolar en el mundo, al margen de conflictos armados o ataques terrorista. EFE