Galo Tapia no puede estar quieto. Desde su juventud siempre ha estado buscando qué hacer, en qué trabajar, qué ofrecer. El vaivén, cuando conformó su familia, lo llevó a Estados Unidos. Allá, en el extranjero, como chofer de taxi, hizo su casita en el centro de El Valle. No sabía que eso sería el camino a lo que hace hoy: construir casas rústicas, acogedores, rodeados de la naturaleza.
El sueño de toda la vida de Galo siempre fue crear cosas. Lo que pensaba, lo que imaginaba, quería hacerlo realidad. Sin embargo, todavía no se había presentado la oportunidad.
En su regreso a Cuenca, el hombre se hizo de un salón de recepciones, de un bar-karaoke, de una gallera. Se hizo emprendedor, y a través de ese título que está lleno de altos y bajos, acertó se equivocó y volvió a empezar.
“Un día alguien llegó y me propuso comprarme mi casa, y yo le vendí. Entonces me decidí a hacer lo siempre quise. Crear cosas. Era el sueño de mi vida”, dijo Galo a diario El Mercurio.
Hace cinco años, Galo empezó a buscar terrenos en El Valle. Espacios alejados de la ciudad. Sitios rodeados de la naturaleza que abraza a la ciudad de Cuenca desde sus extremos. Todo eso para levantar casitas rústicas. Casitas en donde prime la madera.
Mientras tanto, las ideas que tenía en la cabeza las pasó a las hojas, cuyos dibujos y planteamientos nadie entendía.
“Siempre me preguntan si estoy seguro de lo que estoy haciendo. Mi esposa me dice si estoy seguro de hacer eso. Pero cuando ven el acabado, cuando ven hecho lo que yo pensé, ya se aprecia, ya saben lo que pensaba”, agregó Galo.
Para construir las casas Galo contrató a dos personas, y, junto a su esposa Gladys Delgado, levantaron la primera casita.
La madera, la clave de las viviendas
Una de las características que, desde un principio, Galo le puso a sus creaciones fue que la madera que utiliza se acople al resto de materiales.
Si uno entra a las casas que ha diseñado Galo se encontrará con los troncos, que son los pilares de las viviendas. En las esquinas, en el tumbado, en las puertas, en los muebles, se ve la madera en su estado natural, con sus curvas, con sus huecos; el resultado del paso del tiempo.
Para respetar los troncos de los árboles que usa, además de diseñar, Galo aprendió a darle forma a la madera. Y solo con el transcurso del trabajo fue mejorando sus técnicas.
Desde que empezó con su nueva labor, hace ya un lustro, Galo ha construido dos casas por año, siempre cumpliendo dos condiciones: que esté fuera de la ciudad y que esté rodeada de árboles y jardines.
Un trabajo aplaudido
Cada vez que termina un trabajo, Galo lo comparte en un grupo de Facebook en el que se encuentran seguidores y constructores de cabañas de varios rincones del mundo.
Para él, compartir lo que hace le motiva porque recibe buenos comentarios. Por ejemplo, a finales del año pasado, Galo compartió una fotografía de una escalera construida solo con troncos. Su publicación superó los 5.000 “me gusta” y tuvo más de 300 comentarios.
“Saber que personas de México o España te están felicitando por tu trabajo te motiva a seguir haciendo las cosas mejor”, dijo Galo.
Su siguiente plan es construir una casa alpina, de esas, cuyo techo termina casi en el piso. La vivienda ya cuenta con los planos, por lo que, en 15 días, prevé ya empezar la vivienda en El Valle, el sitio en donde ha construido la mayoría de sus creaciones.
Hasta entonces continuará buscando nuevos espacios, ideando viviendas que, en un momento dado, alguien las hará sus hogares. (I)