Tres en raya

Jorge L. Durán F.

Qué hace buen señor presidente de la República dialogando con un prófugo de la justicia. No se cuestiona que dos rivales políticos lo hagan. Es más, deben hacerlo así no lleguen a mínimos acuerdos.

En este caso, usted lo hace con un sentenciado a ocho años de cárcel por ser parte de una red de delincuencia organizada.

Que el sentenciado tenga su capital político en este país de desmemoriados así viva en otro planeta, no le exime a usted buen señor de verse la cara en el espejo para saber con quién está tratando.

Usted representa a los ecuatorianos de bien. Somos la gran mayoría; y así cuestionemos su desgobierno no le soportamos que en tanto presidente de la República ose hablar con un condenado por la justicia.

El país, ¡por Dios!, no aguanta que ante tamaña afrenta a la decencia ahora se encrespe por saber quién llamó a quién; qué se dijeron; quién primero se “tocó la barba”, o quién primero colgó el teléfono.

II

Tanta rabiata para nada. Fernando Villavicencio anunció su renuncia a la presidencia de la Comisión de Fiscalización. Lo dijo cuando el bloque del partido de Gobierno por tomar vino en la misma copa de los correístas no votó por el informe revelador de las barbaridades cometidas en la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, con más fisuras que piedra de cascajo cuando cae.

Habló que semejante comportamiento obedece a un eventual trato opaco entre el Gobierno ecuatoriano y el de China como parte de la renegociación de la millonaria deuda.

Ahora resulta que ya no renunciará. No solo lo han solicitado -según dice- miles de ecuatorianos, sino hasta el propio presidente Lasso. ¡Cómo mismo, pues!

La palabra se cumple, decían los abuelos. Y si viene precedida de una amenaza ante un hecho que huele mal, con mayor razón.

III

Ya es de imaginar el informe que emitirá la comisión ad-hoc formada para dizque investigar el asesinato de una mujer en la Escuela de Formación de la Policía Nacional.

Solo a una Asamblea torpe se le puede imaginar que puede reemplazar a la Fiscalía en la investigación de tan complejo hecho repudiable. Así no se fiscaliza.

Será un informe lleno de elucubraciones; que se vea que los fantasmas también son visibles durante el día, y mejor mientras más distantes estén.

Exigen la comparecencia del presidente de la República. Y como no irá -sería el colmo que vaya- le dirán que es cómplice o encubridor.

Si la fiscal general no acoge sus elucubraciones, peor sus inculpaciones y demás pesquisas, de seguro que querrán llamarla a juicio político. (O)