Andrés Martínez Moscoso
Jaime Roldós ha sido uno de los presidentes de la República que, más coherencia tuvo entre lo que predicaba y sus acciones. En 1978, señaló durante una intervención que: “…este es un país que tiene sed de agua y sed de justicia”.
Y aunque la afirmación pertenezca al siglo pasado, la misma goza de total vigencia y se vincula con los problemas que atraviesa el Ecuador.
El 2022 lastimosamente nos ha demostrado que existen serias amenazas relacionadas con el agua y el saneamiento en las distintas latitudes del país, y que, gracias a los medios de comunicación podemos enterarnos, pero son pocas las acciones que tomamos al respecto.
Parecería inverosímil que una importante capital provincial, disponga de una moderna planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR), pero que hasta la fecha no se construyan los colectores que permitan conducir esos residuos líquidos hasta la planta.
Por otro lado, en una de las playas más emblemática de la Ruta del Spondylus, cada cierto tiempo las redes sociales se activan y viralizan la contaminación que las aguas negras provocan en un estero, que se une con otros afluentes que desembocan en el Océano Pacífico, dónde miles de turistas se bañan y disfrutan de su costa.
Sumado al descuido de los políticos de turno, otros actos violentos, que parecían imposibles que se produzcan se han dado este año, como ocurrió en junio pasado la contaminación provocada de los tanques de reserva del servicio de agua potable de una de las ciudades más importantes del callejón interandino.
Proceso que al parecer estuvo vinculado con las protestas sociales, pero que superó los límites al convertirse en una conducta típica, antijuridica y culpable, regulada en el Código Orgánica Integral Penal como sabotaje de servicios públicos.
Sería positivo seguir la premisa propuesta por la Organización Mundial de la Salud, de que por cada dólar que se invierte en infraestructuras asociada a agua y saneamiento, se recuperan 5,50 (hasta 7 en América Latina), debido a que personas saludables son más productivas.
No obstante, en el Ecuador, si bien es cierto se ha generado importantes proyectos en la materia, aún persiste la construcción grandes obras en las cuales se busca primero el beneficio personal del político de turno.
Por ello, la frase de Roldós, está más vigente que nunca, pues el país atraviesa una serie problemas con relación a su administración de justicia, pero a la par, respecto a la prestación de servicios básicos, donde el enemigo común en ambos casos es la corrupción. (O)
@andresmartmos