Madrid. – Tan solo un hueso de un cadáver ha llevado a Sue Black -antropóloga forense, profesora, anatomista y académica británica- a identificar a víctimas de delitos o catástrofes, así como a colaborar en enjuiciamientos durante su trayectoria profesional. Y lo ha logrado porque «las experiencias vitales quedan grabadas en el esqueleto».
La presidenta del Real Instituto de Antropología de Gran Bretaña e Irlanda publica el próximo 24 de octubre en España su último libro «Escrito en los huesos. Los recuerdos que custodia nuestro esqueleto» (Capitán Swing), centrado principalmente en casos escoceses en los que ha trabajado.
Un manual en el que Black -1961, Iverness (Reino Unido)-, dedica cada capítulo a una parte del esqueleto para explicar que incluso el hueso más pequeño puede ser una gran pista para identificar un cadáver, tal y como cuenta en una entrevista con EFE.
PREGUNTA.- ¿Qué le ha llevado a escribir este libro?
RESPUESTA.- Me pareció muy útil combinar la información que nos dan los diferentes huesos con los casos que he investigado.También quería animar a los lectores a ver nuestro cuerpo de una manera distinta. Según vamos madurando, muchas de las experiencias vividas se empiezan a escribir en los huesos.
P.- ¿Por qué eligió esta profesión?
R.- No sé si la elegí yo o me eligió a mí. De pequeña era la sombra de mi padre, un amante de la caza, al que adoraba Yo me sentaba con él en el patio para despellejar conejos.
Cuando llegué a la universidad tuve la oportunidad de ir al departamento de anatomía y me sentí muy bien. Me involucré en un caso que me transportó de la sala de disección universitaria a la morgue y me encontré muy cómoda en ese ambiente.
P.- Es obvio que usted trabaja con los huesos disponibles, pero ¿hay algunos que aportan más información que otros?
R.- El hueso más útil y mi favorito es la clavícula, el primero que se forma en el feto y el último que deja de crecer en la adolescencia. Nos cuenta si eres hombre o mujer, la edad y nos permite calcular la altura. Es muy resistente y suele sobrevivir cuando recuperamos cuerpos de explosiones o incendios.
P.- ¿Los huesos también permiten saber si la persona tomaba drogas?
R.- Cada uno de nosotros se forma de lo que comemos. Todo lo que ingieras, algo que te inyectes o los medicamentos se pueden detectar. En los casos de drogadicción lo que buscamos es si ha tenido un efecto crónico.
P.- Ha trabajado en la guerra de Kosovo, en Irak, ha estado muy cerca de conocidos asesinos, como Jack el Destripador. ¿Hay algún caso que le haya dejado especial huella?
R.- No hay dos casos iguales, pero siempre hay un par de ellos en los que piensas que eres la persona apropiada, en el lugar adecuado y en el momento correcto, porque puede que otros no lo hubieran logrado. Y para mí fue en Kosovo.
Una familia huía de su aldea. El padre conducía un tractor con un remolque enganchado en el que viajaba su mujer, su hermana y sus ocho hijos, que fue alcanzado por una granada que los mató a todos, mientras que el hombre recibió un disparo en una pierna que le dejó malherido.
Sabía que no podía dejar a su familia en el tractor porque los cuerpos serían comidos por perros y otro tipos de animales y decidió enterralos. Casi dos años después, la ONU le pidió permiso al hombre para abrir el enterramiento al considerar que era una prueba de genocidio contra la población civil.
Accedió a ello, pero expresó su deseo de cada uno de sus familiares tuviera su propia tumba.
P.- Insiste en que trata de mantener separadas las historias que cuentan los cuerpos muertos de su propia vida. Pero, ¿en alguna ocasión ha perdido el sueño?
R.- No, no lo pierdo. Empecé con los casos bajo el ala de un veterano policía, que me insistió en que iba a hacer unos trabajos horribles que nadie quiere hacer, pero que tienen que ser hechos. Pero me hizo ver que yo no era la causante de esos males, ni los podía evitar, y que mi única responsabilidad era encontrar, analizar y presentar la evidencia.
P.- Narra un abuso que sufrió de una niña, así como el maltrato infantil que revelan algunos cuerpos. En este sentido, cuenta que las muertes infantiles dan un impulso renovado a su compromiso y la motivan para trabajar en pos de la verdad y de la justicia.
R.- Justicia para nosotros es ser muy cuidadosos con nuestras conclusiones, particularmente en los casos referidos a abuso sexual, y que las evidencias que recogemos sean de la persona procesada. También en el caso de que haya sido acusado incorrectamente, podemos ayudar a exonerarle.
P.- ¿Qué quiere hacer con sus restos mortales?
R.- Para mí, morirme es una experiencia que solo sucede una vez en la vida y quiero saber cómo es. Quiero donar mi cuerpo a mi departamento de anatomía para que los estudien y diseccionen. Pero quiero ir más allá. Pretendo que guarden mis huesos para enseñar. ¡Así puedo seguir enseñando para el resto de mi muerte! EFE