Los aniversarios no sólo deben ser motivo de parabienes al homenajeado y a quienes lo cortejan, también tiene que ser un impulso para especular sobre su historia, es decir, sobre hechos y acontecimientos vividos y una reflexión hacia la enmienda de errores y la construcción de un futuro viable que asegure que la durabilidad de bienestar, de dirigir y de interactuar a nivel global.
Diario EL MERCURO acaba de cumplir su cumpleaños 98, con el deber cumplido en favor de la sociedad, convirtiéndose en ícono de la ciudad a la que contribuyó con lápiz en mano a su progreso y desarrollo y con borrador en el extremo, a fin de rectificar errores e ir con el tiempo hacia los cambios fundamentales de estilo de vida y comportamientos.
El país tuvo instituciones muy respetables a las que se acudía en tiempos de crisis, muchas de ellas puntales para salir de las graves dificultades. Por citar unas pocas: la Iglesia, las FFAA., la Universidad, la Función judicial y el Periodismo. Deplorablemente la descomposición en las instituciones ha llegado a la sima, pues ninguna ha flotado como paladín y ni siquiera el periodismo, que cuando tomó partido de la política se desgastó hasta la desconfianza.
Así es como a los periódicos les pasó lo que a las mascotas: se los adquiere o recibe en regalo, se los mantiene mientras sirven para fines terapéuticos o de vanidad, luego, cuando se siente que hay que gastar y se vuelven inútiles, los abandonan o eligen un testaferro para que los desaparezcan. Si miramos la historia de los periódicos, eso mismo ha ocurrido: cuando no han servido para sus fines inicuos, los abandonaron y liquidaron.
Asistimos a una época de cambio de hábitos en la lectura y de acceso a la información por una pléyade de dispositivos digitales que se enferman y enferman por la inmediatez. De hecho, el diluvio de información lleva al desconcierto, circunstancia que invita a una nueva estrategia para la supervivencia de la prensa tradicional, la que debe tener una información responsable y honesta y un comentario reposado y juicioso.
El rol del periodismo de ahora debe pasar por la convivencia entre todos. La cobertura fragmentada de la realidad que publican las redes sociales y embrutecen a los lectores de palabras o frases, debe ser reemplazada por un periodismo serio que devele la realidad integral y caleidoscópica.