Del latín y significa conversación o discurso, es decir a través de la palabra. Lo pensado y dicho. Significa intercambio de conocimiento e impresiones, eso lo hace todo ser vivo, por ello los pájaros cantan, los gatos maúllan, los delfines hacen fonaciones entre silbidos y chasquidos, los búhos ululan, la cabra y el ciervo balan, el elefante barrita, las avispan zumban, etc. Todos se comunican y así transmiten experiencias, conocimientos, donde hay peligro, alimentos, pareja, defensa territorial, cuidado de las crías, etc.
Las plantas tienen una comunicación química, así cuando sufren ataque de insectos, emiten una molécula neurotransmisora hacia las otras plantas que adoptan medidas preventivas o de defensa.
Los humanos hemos perdido comunicación a cambio del mundo cibernético que ocasiona adicción a las pantallas. Así en la mesa, en la misa, en el teatro, en todas partes encontramos a la gente inmersa en el mundo electrónico, aunque en nombre converse con quienes le acompañan y son ignorados, cayendo en diálogo de besugos y por ende sin coherencia lógica. Podría ser diálogo de sordos cuando no se presta atención los interlocutores. Lanzamos al tacho de la basura la posibilidad de intercambiar experiencias y valores, en tanto recuerdo a nuestros mayores que fueron cultores de esta extraordinaria actitud humana cuando luego de la ingesta alimentaria, reinaba una tertulia enriquecedora acompañada de un aromático café de tueste casero. Lo propio en las bancas del parque central para los jóvenes que alegres participaban de la compañía sin la impertinente presencia del móvil. Para buscar a la amada, ya no saben silbar los enamorados varones, ahora usan medios electrónicos, así como ocurre en los serenos con una memoria USB y parlantes, ya no está presente el artista, la orquesta, la mejor voz. (O)